En una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, Stanford, uno de sus alumnos, Brock Allen Turner, de 20 años, atacó y agredió sexualmente a una joven de 23 que tenía alcohol en la sangre tres veces más de lo que correspondería, según informó TN.

Sucedió en enero de 2015 en los jardines de la universidad de California, detrás de unos contenedores de basura, cuando la estudiante estaba inconsciente. Otros dos alumnos se encontraron con la escena y llamaron a la policía. 

Turner era parte del equipo de natación de Stanford y planeaba competir en los Juegos Olímpicos. Por lo sucedido, el campeón del equipo de natación de la universidad, recibió una condena de apenas seis meses de prisión, aunque la fiscalía había pedido 14 años. El juez Aaron Persky consideró que un castigo tan severo podría influir de forma negativa en el futuro del joven.

Durante el juicio, el estudiante justificó sus acciones como producto de la cultura del alcohol, la presión social y la promiscuidad sexual.

"La vida de mi hijo se arruinó por 20 minutos de acción", fue la polémica declaración del padre del agresor.

La impotencia por la baja condena al agresor y por los argumentos que usó en su defensa conmovieron a la opinión pública. Más de 750 mujeres se reunieron para hacer un conjuro contra Turner en Internet y la víctima escribió una carta de 14 páginas que publicó el sitio Buzzfeed. Allí explicó que su vida se convirtió en un calvario desde esa noche de enero de 2015.

"Soy un ser humano que ha sido herido de forma irreversible". No me conocés, pero estuviste adentro mío", comienza diciendo y agrega en otras líneas: "dijiste que ir borracho no te hizo tomar la mejor decisión, ni a mí tampoco. El alcohol no es una excusa".

Esa noche la estudiante había decidido ir a una fiesta con su hermana, a solo diez minutos de su casa.

"Lo próximo que recuerdo es que estaba en un pasillo tendida en una camilla. Tenía sangre seca y vendajes en la espalda, las manos y los codos. Un policía me explicó que había sido asaltada."

"Me dejaron duchar. Me quedé allí examinando mi cuerpo, bajo el chorro de agua y decidí que ya no quería mi cuerpo. Estaba aterrorizada de él, yo no sabía lo que habido dentro de él, si había sido contaminada, qué había tocado. Quería despojarme de mi cuerpo como si se tratase de un saco y dejarlo allí, en el hospital, con todo lo demás."

La carta concluye con un llamado a seguir luchando para quienes pasaron por situaciones parecidas. "Aunque la sentencia sea leve, espero que mi carta haga despertar a la gente. Quiero que el juez sepa que ha encendido un pequeño fuego. En cualquier caso, es motivo para que todos alcemos la voz."