›ESTEBAN NICOLINI
Es especialista en Desarrollo Económico y Políticas Públicas. Trabaja como docente invitado de la Universidad Carlos III de Madrid (España) y es investigador de la UNSTA.
Cuba atraviesa un inédito proceso de transición en el cual, por decisión propia, el gobierno decidió abandonar progresivamente el modelo socialista. Tras el fracaso del socialismo en la ex Unión Soviética, los países que integraban el bloque dejaron el sistema, influenciados por el malestar de sus habitantes. Con el objetivo de asistir a Cuba en este etapa, y en el marco de la apertura económica, tras el bloqueo que le impuso Estados Unidos, la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (Fiiapp) puso en marcha un programa de cooperación, financiado por la Unión Europea, y del cual participan numerosos especialistas. Uno de ellos fue el economista tucumano, Esteban Nicolini, quien viajó a la isla para asesorar a funcionarios en economía y en políticas públicas. El especialista compartió sus sensaciones en esta charla con DINERO.
-¿En qué consistió su trabajo de asesoramiento en Cuba?
-En la primera experiencia abordamos el desarrollo económico y las políticas públicas. Trabajamos, con funcionarios cubanos, para detectar los sectores de la economía, que puedan generar crecimiento agregado. Luego de ese encuentro, se decidió que todo aquello que se haga en materia de política económica, para ayudar en la transición de cubana, iba a necesitar monitoreo y evaluación. Entonces, hubo un segundo encuentro para trabajar en estas pautas.
-¿Qué dificultades encontró en el sistema político y administrativo del país?
La primera dificultad, que es común en muchos países, fue la falta de evaluación de políticas públicas. La segunda fue la necesidad de planificación de esas políticas. En Cuba existe una cultura de la planificación, pero desde la perspectiva del socialismo de los años 80’. Entonces, hubo que desarmar esa estructura burocrática, vigente desde hace tantos años en el país, para trabajar con un sistema nuevo. Esto fue desafiante.
-¿Pero hubo resistencia por parte de los funcionarios?
Ocurrió algo muy interesante. Había resistencia, porque tenían que pensar en un nuevo sistema de planificación de las políticas públicas. Sin embargo, encontramos funcionarios del sector público muy interesados en avanzar hacia los cambios.
-¿Qué otra dificultad le tocó enfrentar?
El tercer problema fue el aparato administrativo, que funciona de un modo atípico. Vimos que en Cuba las empresas no están reconocidas legalmente. Sí es legal el cuentapropismo. Por ejemplo, un restaurante de 15 empleados está registrado (en el sistema legal de la isla) a nombre de 16 cuentapropistas. Al no existir la figura legal de empresa, y a la hora de pensar cómo tomar información para armar estadísticas económicas, el aparato legal no lo permite.
-¿Cómo incide esta estructura administrativa en las estadísticas públicas de Cuba?
Los datos de encuestas de hogares, como la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de la Argentina, son confidenciales. Es decir que existen pero el sistema político no permite el acceso.
-¿Las autoridades cubanas están dispuestas a corregir la política económica?
En el ámbito económico hay un enorme consenso de que es necesario hacer cambios. Sin embargo, ellos perciben que hacerlo de un modo descontrolado puede representar un peligro enorme. El gobierno cubano sabe que si en esta apertura pierde el control de la economía puede perjudicar a los sectores más pobres. Y esto es algo que las autoridades tienen muy claro. Por eso, la transición es tan lenta.
-¿Cuál sería el peligro máximo de abrir la economía de forma descontrolada?
Si esto pasa, su sistema político y productivo puede sufrir serias consecuencias, y el nivel de vida de la población puede caer. No sería un problema que lleguen inversiones. El problema es que el Estado aún no está preparado para coexistir con las empresas. Uno de los riesgos es que el mercado de trabajo funcione sin regulaciones. Otro es que se permita la entrada de productos importados repentinamente. Esto puede afectar a las personas que subsisten de la actividad agrícola que hoy no es un sector competitivo internacionalmente.
-¿Cuáles son las potencialidades de la economía cubana?
Uno de los sectores más competitivos es el de salud, que es capaz de vender servicios al exterior. Además, tienen una gran capacidad de investigación. La otra potencialidad está en el turismo, que ya recibió inversiones extranjeras. También la agricultura, aunque aún no dispone de tecnología para ingresar en un mercado competitivo.
-¿Qué paralelismos puede trazar entre las políticas públicas de Cuba y de Argentina?
Como viajero, y no sólo como especialista, diría que si me tocara ser pobre en algún país de Latinoamérica, preferiría que sea en Cuba. Si me tocara ser de clase media, no me gustaría estar en Cuba. La clave de todo está en los criterios de distribución de los recursos. Si un Estado define políticas que aumenten la pobreza, aunque sea para crecer, el criterio de distribución es al menos discutible. Me gustaría que en la Argentina, independientemente de los gobiernos, crezca esta sensación de que los más pobres necesitan un cuidado especial. En Cuba esta conciencia es más clara.