Andrew Pollack / The New York Times

La conclusión preliminar de un nuevo estudio federal es que la radiación de los teléfonos celulares parece incrementar el riesgo de que las ratas de laboratorio desarrollen ciertos cánceres, un hallazgo que podría reavivar las cuestiones sobre la seguridad de los aparatos.

Sin embargo, hay muchas advertencias sobre los resultados que se dieron a conocer en línea y algunos expertos están desacreditando las primeras conclusiones del estudio.

En el comunicado del Programa Nacional de Toxicología (de los Estados Unidos), constituido por un grupo federal interinstitucional, se concluye que los machos de las ratas expuestos al tipo de radiación que emiten los teléfonos celulares presentan un riesgo un poco más elevado de desarrollar tumores cerebrales y cardiacos. Los autores del informe concluyen que las lesiones en las ratas son el “resultado probable” de la exposición a la radiación.

Entre las advertencias: no se vio el mismo riesgo entre las hembras. Y, en muchos casos, las diferencias en los índices del cáncer entre grupos de ratas expuestas a la radiación y el grupo de control no fueron estadísticamente significativas. Más aún, en conjunto, las ratas expuestas a la radiación vivían más que las que no estuvieron expuestas.

En un boletín, los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) dicen: “Expertos adicionales están revisando este estudio en ratones y ratas. Es importante notar que con los datos previos, humanos y observacionales, que se habían recopilado antes, basados en estudios poblacionales de gran escala, se encontró evidencia limitada de un incremento en el riesgo de desarrollar cáncer por usar teléfonos celulares”.

No obstante, el estudio nuevo podría reiniciar el debate sobre la radiación de los celulares. Mientras que muchas autoridades de salud pública dicen que hay pocas razones para preocuparse, algunas dicen que el asunto no está del todo resuelto.

“Dada la cantidad extremadamente grande de personas que utilizan aparatos inalámbricos de comunicación, aun un incremento muy reducido en la incidencia de enfermedades resultantes de la exposición a la RFR generada por esos aparatos tendría amplias implicaciones para la salud pública”, dice el nuevo estudio. La RFR se refiere a la radicación de la radiofrecuencia.

El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, perteneciente a la Organización Mundial de la Salud, ha clasificado a la radiación del teléfono celular como un “posible carcinógeno”, aunque es la misma clasificación que da al café y a los encurtidos.

El nuevo estudio dice que sus hallazgos “parecen sustentar” las conclusiones de esa dependencia.

Las opiniones de los expertos en los NIH que revisaron el informe nuevo difieren y varios de ellos criticaron el análisis estadístico del informe.

“No puedo aceptar las conclusiones de los autores”, señaló uno de los revisores, Michael S. Lauer, el subdirector para investigación extramuros en los NIH, cuyos comentarios se incluyeron en un apéndice del informe. Dijo que es probable que los hallazgos representen falsos positivos.

Neil Grace, un portavoz de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés), dijo en un boletín: “Estamos conscientes de que el Programa Nacional de Toxicología está estudiando este problema importante. La evidencia científica siempre informa la normativa de la FCC en esta materia. Continuaremos con las recomendaciones de los expertos federales en salud y seguridad, incluido el que la FCC pudiera modificar sus actuales políticas y los límites a la exposición a la radiación FR”.

El informe nuevo es parte de un estudio más general en el que también se examinaron los efectos de la radicación de los teléfonos celulares en ratones. Esos resultados no se dieron a conocer. Se espera un informe completo para el año entrante.

La llamada radiación ionizante de las bombas nucleares y centrales eléctricas es lo suficientemente fuerte como para sacar a los electrones de los átomos y, sin duda, puede causar cáncer. Sin embargo, la radiación de radiofrecuencia que emiten los teléfono celulares y algunos otros aparatos electrónicos no es ionizante, ni tan potente.

Los autores del estudio tuvieron viviendo a las ratas en cámaras especiales donde estuvieron expuestas a la radiación de radiofrecuencia durante nueve horas al día, los siete días de la semana. Esto comenzó desde que las ratas estaban en el útero materno y continuó durante cerca de dos años.

Hubo seis grupos de prueba GSM y CDM, así como tres niveles distintos de dosis para cada una de las dos técnicas de modulación del teléfono celular. Fueron 90 las ratas de cada sexo en cada uno de los seis grupos, más 90 de cada sexo en un solo grupo de control.

Alrededor de dos a tres por ciento de los machos en muchos de esos grupos desarrollaron un glioma maligno, un cáncer en el cerebro, mientras no hubo ningún caso en el grupo de control. Hasta tres por ciento de las ratas en los distintos grupos de exposición desarrolló lesiones cerebrales precancerosas, en tanto que, de nuevo, ninguna del grupo de control.

Los autores dijeron que la tendencia hacia un mayor riesgo era estadísticamente significativa para la radiación CDMA, pero no así para la GSM.

La evidencia del riesgo de los tumores cardíacos fue algo más fuerte. En los grupos con la dosis más alta, de cinco a siete por ciento de los machos desarrollaron schwannomas, en comparación con cero en el grupo de control. Los schwannomas son tumores generalmente benignos de las células de Schwann que recubren las neuronas. Las células de Schwann se encuentran en todo el organismo, pero en el estudio no se encontró evidencia de un aumento en el riesgo de que hubiera schwannomas en otros órganos.

Existen varias advertencias. Al parecer, las ratas estuvieron expuestas a quizá mayor radiación a la que estaría expuesto el típico usuario del teléfono celular, especialmente porque comenzó antes de que nacieran. No obstante, es frecuente que en los estudios toxicológicos se utilicen dosis algo más elevadas para asegurarse de captar algún efecto que pudiera existir.

También parecería que hubo algunos desacuerdos entre los expertos en cuanto a cómo clasificar diversas lesiones.

Asimismo, el hecho de que no hubiera lesiones en el grupo de control fue algo inusual. La incidencia de gliomas en este tipo de ratas, en los grupos de control, en estudios anteriores del Programa Nacional de Toxicología, fue de dos por ciento. Si el grupo de control en este estudio presentó una incidencia de dos por ciento, básicamente, no habría ningún incremento en el riesgo en los grupos expuestos a la radiación.