BRASILIA.- El presidente interino de Brasil, Michel Temer, afronta su primer problema en el frente externo, tras la decisión de Venezuela de llamar a Caracas a su embajador en Brasilia por lo que califica de “golpe” contra la mandataria suspendida, Dilma Rousseff. Esto se suma a las criticas que expresaron Ecuador, Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua, y la Unasur. La decisión del Congreso en Brasil, que instauró un juicio político con miras a la destitución de Rousseff, separó a la mandataria del cargo durante 180 días y llevó al poder a Temer, se encontró con una fuerte reacción del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
En su primer día efectivo de Gobierno, los ministros de Temer anunciaron las líneas de su gestión, que pasan por un fuerte ajuste fiscal, una reducción del Estado y una revisión de los programas sociales implantados desde 2003 por Rousseff y su padrino político, Luiz Lula da Silva.
Los anuncios de corte liberal no despertaron hasta ahora a las fuerzas de la izquierda que han mostrado una tímida reacción a lo que califican de “golpe”, y fueron más los movimientos populares los que se congregaron en algunos puntos del país, como las calles de San Pablo y Rio de Janeiro denunciando al gobierno de Temer por “ilegitimo”. En un discurso trasmitido en televisión, Maduro afirmó que la suspensión de Rousseff, que calificó abiertamente de “golpe”, es una “canallada contra ella, contra su honor, contra la democracia, contra el pueblo brasileño”. El conflicto entre Maduro y Temer puede traer tensión en el mapa regional, sobre todo porque Venezuela ostenta desde el pasado abril la presidencia temporal de la Unasur y en julio asumirá la misma responsabilidad en el Mercosur. (Télam)