Esa pelota que empujó Leandro González y luego de una carambola terminó dentro del arco sanjuanino cuando el partido se moría desató la fiesta de un Monumental que vive una época dorada.

Atlético está a pasitos de llegar a la Copa Libertadores, no le queda nada para lograrlo. Otra vez en la última jugada, como en el empate sobre la hora contra Aldosivi, o los triunfos contra Huracán y Belgrano. Todos puntos logrados en casa, como los de ayer. “Eso muestra la entrega y el corazón que tiene este equipo”, aseguró el volante que dejó hecha trizas las gargantas de sus hinchas.

González pospuso el despertador de un Atlético que quiere seguir soñando. “Parece una frase hecha, pero debemos seguir trabajando. Hay que ir a ganar a Rosario”, sentenció “LG” y explicó los ingredientes que consumaron esta pócima mágica para un “Decano” que se prepara para dar un salto histórico. “Todos los días nos matamos; no es sólo lo que la gente ve. Están los dobles turnos, el hecho de estar lejos de las familias, hay muchos chicos que vinieron a hacer sus primeras armas en Primera y saltearon etapas, todo. Eso hace que el grupo sea muy unido y que en cada pelota nos matemos”, reveló.

El próximo domingo, en Rosario ante un Newell’s lleno de problemas, Atlético tendrá la chance de graduarse. “Es el último paso para coronar un semestre muy bueno”, dijo el volante, que reiteró los elogios para sus compañeros. “Hay que sacarse el sombrero con este plantel”, concluyó.

Puertas afuera de la zona mixta, donde la prensa aguardaba la llegada del plantel de Atlético, un grupo importante de hinchas cantaba y vitoreaba lo que su “Decano” había conseguido anoche: superar a Estudiantes en la tabla de la zona 2, al menos hasta mañana cuando reciba a Boca, y soñar con que el ingreso a la Copa Libertadores está más cerca que nunca.

El primero en decir presente, como de costumbre, fue Juan Manuel Azconzábal. “Nosotros nos debemos a este club”, decía el “Vasco” dejando en claro que el triunfo no se negocia en Atlético. Ni ahora, ni antes ni después. Fiel a su costumbre, para el DT, la ganancia de anoche fue exclusiva de sus discípulos.

“El corazón no tiene precio, no aparece en las estadísticas, y eso es lo que tienen estos jugadores, además de un apoyo incondicional de la gente, cuando hace dos años los silbaban desde los cuatro costados de la cancha”, agregaba un feliz Azconzábal, rubricando que su equipo, formado a su imagen, pudo borrar cualquier mal recuerdo de la memoria del hincha. Y va por más alegrías.