Dos eventos, uno más importante que el otro, le harán merecer un aluvión de visitas en el corto plazo al Cementerio del Oeste. La necrópolis más distinguida de la provincia, donde descansan los restos de Lucas Córdoba y de Lola Mora -entre otras muchas personalidades fundamentales de la historia local- está a punto de cumplir 144 años, pero además recibirá en los próximos meses la urna que conserva los restos de Bernardo de Monteagudo.


Es por eso que se ha encarado una revalorización que le dará nuevos aires a la “ciudad dormida”: se restaurarán las molduras y se invertirán los colores de la fachada, mejorarán la histórica caminería central y renovarán la iluminación interna del cementerio. También habrá una reparación de las veredas perimetrales del predio y arreglos en la plaza Gramajo Gutiérrez, ubicada frente al acceso central de la necrópolis.

El tiempo vuela. El traslado de los restos de Monteagudo está previsto para fines de este mes o principios de junio, pero los trabajos de revalorización del cementerio inaugurado el 13 de mayo de 1872 deberán finalizar antes. Lo más notorio, detallista y trabajoso será el cambio de colores en la fachada, una decisión que tomó el director de la necrópolis, Carlos Martín Petersen y que fue bien recibida por Julio Magli, coordinador de Patrimonio Cultural y Difusión de la institución.

“La idea fue renovar el frente, pero siempre conservando el estilo neocolonial español del edificio. Los colores blanco y ocre son típicos de las construcciones andaluzas y son los que estaban hasta ahora: blanco las paredes, ocre las molduras. Los vamos a invertir en la fachada, pero los vamos a conservar en los muros laterales e interiores”, explicó Magli, quien además es docente e investigador en la Facultad de Artes de la UNT.

Mientras algunos operarios de la Dirección de Arquitectura Municipal trabajan en el frente del cementerio, otros están dedicados al arreglo de la caminería central. Es un proceso delicado porque ese elemento forma parte del patrimonio histórico del edificio. “Está compuesto por piedras lajas llamadas ‘piedra hamburguesa’, un material imposible de conseguir que muy probablemente se haya traído de Europa. Algunas versiones indican que eran usadas como contrapeso en los barcos que venían del otro continente, pero no podemos saberlo a ciencia cierta”, sostuvo el docente.

Parches

En las intersecciones de la avenida central con las calles laterales se removerán las piedras lajas y se reemplazarán con cemento estampado. Las piedras que se recuperen se utilizarán para nivelar y rellenar la caminería central, que ya muestra varios parches de diferentes materiales que se fueron utilizando a lo largo del tiempo. En verdad la caminata por el callejón central es una tarea que amerita un cuidado extremo, principalmente para las personas mayores, y eso es lo que se intentará revertir intentando conservar lo máximo posible el diseño original.

“Al ser el cementerio parte del patrimonio de la provincia (forma parte de los bienes protegidos por la Ley de Patrimonio), todas las intervenciones ameritan un cuidado especial. Por ejemplo, vamos guardando materiales testigo para no perder información con el paso del tiempo”, explicó Magli. 


Monumento propio para el prócer

A principios de este año, el intendente Germán Alfaro comenzó a gestionar ante el Ministerio de Defensa de la Nación el traslado de los restos de Bernardo de Monteagudo, que hasta el momento descansan en el mausoleo del general Pablo Ricchieri en el Cementerio de la Recoleta (Buenos Aires). Con este movimiento, se pretende honrar al abogado, político, militar y revolucionario tucumano, promotor de la independencia sudamericana, en su tierra natal.

En la necrópolis ubicada en la zona del parque Avellaneda, donde Monteagudo compartirá descanso con otros próceres y personalidades de la historia local, se barajaron varias opciones para disponer la urna que viajará desde la Capital Federal. Finalmente no se construirá un mausoleo propio como se había pensado en un momento, sino que se está poniendo en valor uno de gran categoría que quedó desocupado hace varios años, y que ya fue restaurado.

Se trata del monumento que perteneció a la familias Arocena y Alurralde, ubicado en la avenida central de la necrópolis, construido integramente en mármol de carrara. “Es uno de los monumentos más destacados del cementerio y como ya pertenece a la Municipalidad porque se cumplió la concesión, decidimos que los restos de Monteagudo pueden descansar ahí”, explicó Carlos Martín Petersen, director del Cementerio del Norte.

Las tareas de revalorización del monumento construido a fines del siglo XIX comenzaron con la limpieza del mármol, que se encontraba deteriorado por el paso del tiempo y las inclemencias del clima. Algunos elementos ornamentales tuvieron que ser restaurados con polvo de mármol mientras que las crestas de la cornisa fueron replicadas por estudiantes del taller de escultura del turno vespertino de la Facultad de Artes, detalló el docente Julio Magli.

Otras tareas de adecuación fueron la clausura del subsuelo original del monumento, donde había lugar para varias decenas de féretros. Se construyó un contrapiso y se soldó la puerta de hierro de acceso ubicada en la parte trasera, para evitar el acceso. Es decir que a partir de ahora, sólo habrá espacio para la urna de Monteagudo, en la planta alta del monumento a la que se accede por una escalinata también de mármol.

El solado exterior del monumento, realizado originalmente en baldosas de pórfido negro y mármol blanco dispuestos en damero, se reemplazó por un damero de baldosas cementicias comunes; el pórfido y el mármol del suelo sólo pudieron conservarse en el interior. “A la puerta se le colocarán vidrios blindados y tendrá iluminación interior y exterior para jerarquizarlo”, contó Petersen.

La primera vez que resonó la idea de traer a la provincia los restos de Monteagudo fue en 2011, cuando la entonces diputada Norah Castaldo (UCR) presentó un proyecto del ley en ese sentido. “Nunca llegó a tratarse ni siquiera en comisión, fue un año muy atípico”, contó la abogada en diálogo con LA GACETA, al tiempo que celebró que finalmente ese sueño añejo se hiciera realidad.


Las gestiones van por buen camino 
Los trámites para el traslado de los restos del prócer tucumano ya están en su tramo final, informó Susana Montaldo, secretaria de Cultura de la Municipalidad. “El viernes (por mañana) y el lunes se vencen los edictos que publicamos y nadie se ha opuesto al traslado. Cuando se venzan, el Ministerio de Ambiente y Espacio Público o la Dirección General de Cementerios de Buenos Aires quedan en condiciones de autorizar el traslado”, informó la funcionaria. “El intendente viaja mañana (por hoy) para acordar con el Ministerio de Defensa la fecha, porque se hará un acto en el Cementerio de Recoleta y luego otro cuando lleguen los restos a Tucumán. Estimamos que a fines de mayo o principios de junio se concretará”, anticipó Montaldo.
Las gestiones van por buen camino 
Los trámites para el traslado de los restos del prócer tucumano ya están en su tramo final, informó Susana Montaldo, secretaria de Cultura de la Municipalidad. “El viernes (por mañana) y el lunes se vencen los edictos que publicamos y nadie se ha opuesto al traslado. Cuando se venzan, el Ministerio de Ambiente y Espacio Público o la Dirección General de Cementerios de Buenos Aires quedan en condiciones de autorizar el traslado”, informó la funcionaria. “El intendente viaja mañana (por hoy) para acordar con el Ministerio de Defensa la fecha, porque se hará un acto en el Cementerio de Recoleta y luego otro cuando lleguen los restos a Tucumán. Estimamos que a fines de mayo o principios de junio se concretará”, anticipó Montaldo.



Un revolucionario fogoso e implacable

El tucumano Bernardo de Monteagudo, nacido en 1789, integra el grupo de los más fogosos patriotas argentinos de la primera hora. Se doctoró en la Universidad de Chuquisaca, y de inmediato se adhirió a la causa revolucionaria altoperuana. Redactó la proclama insurrecta de dicha ciudad, en 1809. Los realistas lo capturaron cuando iba a Tupiza y, ni bien libre, pasó a La Paz. Fue encarcelado de nuevo al sofocarse la rebelión en ese punto.

Se fugó días antes de la victoria de Suipacha y se unió al Ejército del Norte, como secretario de su jefe, Juan José Castelli. Actuó con dura mano en los procesos contra los realistas. Tras el desastre de Huaqui y destituido Castelli, fue arrestado y traído a Tucumán. El Triunvirato lo liberó. Pasó a Buenos Aires para destacarse de inmediato. Asumió en 1811 la redacción de “La Gazeta”, que editó sus resonantes artículos de doctrina revolucionaria. Después fundó su propio y muy fogoso periódico, “Mártir o Libre”.

Orador en la sesión inaugural de la Sociedad Patriótica (1812), elaboró para ella un proyecto de Constitución. Dirigió “El Grito del Sud”. Tras desbaratarse la conspiración de Álzaga, fue juez sin contemplaciones en el proceso que condenó a sus autores. Integró la Asamblea del XIII sin dejar el periodismo, en “La Gazeta” y “El Independiente”. Fue arrestado al caer el directorio Alvear. Logró fugarse. Estuvo en Río de Janeiro y en Europa. Volvió a las capital porteña en 1817, pero fue arrestado y confinado en Mendoza. Pasó a Chile y se presentó al general San Martín, quien lo nombró Auditor de Guerra. Después de Cancha Rayada, retornó a Mendoza. Sería juez en el proceso contra los hermanos Carrera y los sentenció a muerte.

Tras un breve regreso a Chile, actuaría en San Luis, en el juicio contra los insurrectos de 1819. Volvió a Chile y reasumió su cargo de Auditor: tenía grado de teniente coronel. Publicó el periódico “El Censor de la Revolución”. Después, partió en la expedición al Perú. Entró con San Martín en Lima. Participó en la confección del Estatuto Provisorio de ese país, donde asumió el ministerio de Guerra y luego el de Gobierno y Relaciones Exteriores.

Sus violentas medidas antirrealistas, lo obligaron a dejar el cargo. Pasó a Panamá y a Quito. Allí escribió su “Memoria” y conoció a Simón Bolívar. En Guatemala, postuló la reunión de un “Congreso Continental”.

Volvió a Lima. La noche del 28 de enero de 1825, salía de visitar a su amiga Juanita Salguero, cuando fue atacado por un tal Candelario Espinosa, quien lo mató a cuchilladas. Muchos sostienen que no fue un crimen vulgar, sino que lo ordenó una logia republicana de Lima, que presidia el ministro Faustino Sánchez Carrión.