Lo que a principios de marzo fue una declaración de buena voluntad, esta semana comenzó a tomar forma y a convertirse en un objetivo concreto. Con el asesoramiento del urbanista colombiano Gustavo Restrepo, la Municipalidad de la capital comenzó a planificar la urbanización e integración del barrio Alejando Heredia, al sur de la capital. Se trata de un conglomerado que ha crecido desordenado y acarreando problemas desde sus inicios.

“Durante un taller que realizó la Municipalidad comenzamos a definir la metodología de trabajo y de acción para generarle una mejor calidad de vida a las familias del barrio Alejandro Heredia, que cuenta con 47 manzanas y 4.000 habitantes. La participación de Restrepo es una excelente oportunidad para intercambiar información y compartir su experiencia”, dijo Luis Lobo Chaklián, subsecretario de Planificación Urbana.

El funcionario explicó que ese barrio ubicado al sur del Mercofrut y pegado a la autopista de Circunvalación no es el único al que se planea mejorar. Pero dio los motivos por los cuales será por el que comenzarán a trabajar primero. “Tenemos siete zonas vulnerables en la ciudad y a todas las vamos a atender. Pero el barrio Alejandro Heredia tiene la particularidad de que el 46% de su población son chicos en edad escolar, entre cuatro y 19 años. Es mucho más que la media de esa franja etárea en el resto de la capital, que llega al 21% como máximo. Además es un barrio muy grande.

En todo ese conglomerado, el único edificio público con el que cuenta el barrio es la escuela Amado Juri. No hay CAPS, no hay una plaza, no hay una comisaría. Ninguna de sus calles tienen siquiera cordón cuneta, mucho menos pavimento, y es una zona constantemente afectada en épocas de inundación. Tampoco hay cloacas ni gas natural. Y la inseguridad obliga a los vecinos a recluirse en sus casas en determinados horarios.

Jóvenes que roban

Además, está el miedo. “Yo no quiero hablar mucho porque después los changos nos tratan de batecanas (un soplón de la Policía), pero acá hay mucha droga, muchos asaltos, los jóvenes andan en la calle y roban hasta las zapatillas cuando una va a tomar el colectivo”, contó una mujer que tiene una almacén en el barrio, pero que no quiso decir su nombre por temor.

Recorrer el barrio es comprobar lo que había advertido Restrepo en su visita en marzo, cuando hizo notar que se trata de un lugar lleno de muros. “Esto nos dice que hay una negación del espacio público: cada casa se encierra en su propio mundo, sencillamente porque no existe el espacio público”, había notado. Por eso, una de las principales tareas del municipio será crear un espacio de uso común que sirva como punto de encuentro y de formación de ciudadanía.