Es cierto que el fútbol, tal la comprobada tesis del legendario Dante Panzeri, implica una “dinámica de lo impensado”. Es verdad que a diferencia de lo que sucede con otros deportes -como el básquet, el vóley o el rugby-, en el fútbol suele haber espacio para las sorpresas, lo previsible no siempre tiene la última palabra. Dicho esto, ¿alguien se anima a pensar que la modesta y golpeada Bolivia está en condiciones de dar el batacazo hoy en Córdoba ante la Argentina de Lionel Messi y su compañía de megaestrellas?

Julio César Baldivieso es uno de los pocos, quizá, que creen en la posibilidad de un “Cordobazo”. “En el fútbol puede pasar cualquier cosa, si no pregúntenle a Brasil en su Copa del Mundo”, sostuvo el entrenador de Bolivia, aludiendo al histórico 7-1 de Alemania. En realidad, si de goleadas se trata, Argentina le metió 12 tantos en los dos últimos amistosos a Bolivia. Con tamaños antecedentes mediatos, y los inmediatos de la quinta fecha de las Eliminatorias, disputada la semana pasada, no hay dudas acerca del favoritismo del equipo de Gerardo Martino.

Ante un público más entusiasta y condescendiente que aquel que suele responder con tibieza a los avatares de la Selección en el Monumental, el “Tata” tendrá hoy en su escenario deseado, el “Mario Alberto Kempes”, una oportunidad de oro: la de salvar la brecha existente entre la prédica de sus mandamientos futbolísticos y la cruda realidad que suele espejar su equipo en el campo de juego. Y además, comenzar a pavimentar el camino de una reconciliación definitiva entre los hinchas y un equipo que no enamora, en una relación dañada tras un par de finales perdidas.

Para ello, se prevé que Martino apueste por un “Pipita” Higuaín encendido en lugar de Sergio Agüero. Retocará por obligación la zona central de la defensa (Nicolás Otamendi y Rogelio Funes Mori, suspendidos), probablemente con dos veteranos: Martín Demichelis y Javier Pinola. Y Javier Mascherano recuperará su lugar, en desmedro del “Tucu” Matías Kranevitter.

Bolivia es un rompecabezas. Se especula con que Baldivieso -compañero de Martino en Newell’s en la década del 90- podría disponer de hasta seis cambios. Sobre el técnico pende la espada de Damocles. La cosecha es mala: luego de la caída ante Colombia en La Paz, sólo tres puntos sobre 15 posibles.

En un equipo sin grandes figuras -y esta vez también sin el capitán Edward Zenteno-, se supone que Baldivieso dibujará en Córdoba un 5-4-1 o un 4-5-1, con mayoría de hombres acostumbrados al llano. Ensayó ambos esquemas en la previa a un irreal viaje de 12 horas para arribar desde Cochabamba, ya que no había dinero para un vuelo chárter directo, tan mal están las cosas al interior de la Federación Boliviana de Fútbol.

Además de tantas vicisitudes, cuando el venezolano Jesús Valenzuela Sáez ordene el comienzo del partido, enfrente estará Messi. “No habrá marcación especial contra él. Al fútbol se juega 11 contra 11 y somos un equipo, si fuera tenis dependerías de uno solo. Pero igual jugar contra el mejor del mundo debe ser una motivación para los jugadores”, declaró Baldivieso a LG Deportiva, con el estadio del Paraje Chateau Carreras de fondo.

Argentina, que se reacomodó en la tabla con la victoria sobre Chile, pretende enhebrar otro festejo para viajar a la Copa América y a los Juegos Olímpicos sin cargar ninguna mochila. Lo hará en una provincia que le sienta bien: en 38 partidos en Córdoba, la “Albiceleste” jamás perdió.

Unos 1.000 efectivos de seguridad estarán afectados al operativo. Pero los números que más importan son otros: en el Kempes, estado del campo al margen, habrá 55.000 hinchas declarados del “equipo de todos” que también jugarán su partido, a la espera de que los muchachos de Martino al fin escriban sobre el raleado césped las tres G: Ganar, Gustar y Golear, así en mayúsculas.