No caben dudas. Lo que produjo ayer en cancha Andrés Romero fue un fiel reflejo de cuando “Pigu” peleaba por títulos y no por sobrevivir en un torneo. Fue “su” domingo, el de la resurrección deportiva cuyo premio fue una gran ronda de 67 golpes (-5) que le bastaron al de Yerba Buena para volar en el clasificador y quedar en el quinto lugar compartido, a dos impactos de ir a luchar en la muerte súbita por el título del Puerto Rico Open, del PGA Tour.

En el bello y complicado campo de Coco Beach, además, se vio una versión renovada de Romero. Hacía mucho tiempo que no presentaba una tarjeta sin bogeys o peores castigos. “Pigu” firmó birdies en los hoyos 2, 6 y 18, además de un espectacular águila en el 5. En resumen, su ronda fue impecable, una de las mejores del día, en el que se consagró el estadounidense Tony Finau, que se impuso en el desempate a su compatriota Steve Marino. Ambos finalizaron los 72 hoyos de competencia en 276 golpes (-12), dos menos que Romero.

Lo que “Pigu” consiguió ayer va más allá de una buena faena. Se le abre un panorama distinto en el PGA Tour, en el que no tiene membresía completa. Estos dólares de ganancia le servirán para abrirse camino nuevamente en el circuito y recibir invitaciones especiales a algunos torneos.

En síntesis, el de ayer parece haber sido el puntapié inicial del regreso del mejor “Pigu”.