Cuenta José Sirgo que cuando iba a sacar el abono de la Línea 12, en Ciudadela, le preguntaban: ¿vos sos hijo del que hace los dibujos en LA GACETA? “¡Y me lo daban gratis!” Es que los personajes de Sirgo formaban parte de la tucumanidad. El Malevo y El Pituco son San Martín y Atlético corporizados a fuerza de tinta china, hace medio siglo y también hoy. Ese legado tan poderoso es una de las aristas de la rica personalidad de Ceferino Sirgo (1914-1978), cuya vida y obra están plasmadas en el libro que edita Ferullo Burke.

¿Quién será este señor de barba?, se preguntaba José Sirgo con apenas cinco años. Ese señor era el Cuchi Leguizamón, visitante del hogar familiar tan habitual como los hermanos Núñez y muchas otras figuras de la bohemia artística de la época. Papá Ceferino dejaba el tablero de dibujo para desgranar al piano piezas del folclore y el jazz. Tocaba de oído, con la misma naturalidad con la que creaba personajes e inventaba diálogos en las viñetas que publicaba LA GACETA. Y fue, además, el fundador de la primera agencia de publicidad de la provincia (Sir-Ve).

“Era el personaje ideal para iniciar esta colección de cultura popular”, explica Daniel Ferullo, siempre esmerado en dotar a sus ediciones de la máxima calidad. El de Sirgo es un volumen de 160 páginas, a la altura de las mejores publicaciones internacionales en lo que a papel, diseño e impresión se refiere. “El libro que hizo Daniel sobre Aurelio Salas me fascinó y esa es otra de las razones por las que me embarqué en esto”, destaca José, único hijo del dibujante y coordinador general de este trabajo que -anticipan- se conseguirá también en formato digital.

La faceta más conocida de Ceferino Sirgo es la futbolera. Además del Malevo y El Pituco les dio vida a otros hinchas caracterizados: Ña Fede (representaba a la antigua Federación Tucumana), El Curita (Argentinos del Norte), El Bombero (Tucumán Central), El Gallego (All Boys), El Ferroviario (Central Córdoba), El Juliano (Sportivo Guzmán) y El Cuervo (Central Norte). Fueron habituales durante décadas en las páginas de LA GACETA y a ellos está dedicada una generosa parte del libro. Sirgo había nacido en Tucumán, pero como pasó la infancia en Bahía Blanca supo tomar distancia de los clubes locales y se declaraba neutral. Las viñetas revelan usos, costumbres y giros lingüísticos de aquel Tucumán. Es, en cierta forma, un estudio sociológico que sabe a bocado de cardenal para cualquier tesista.

Sirgo ingresó a LA GACETA en 1936 (el libro reproduce el “carnet de caricaturista” que le había entregado el diario). Durante años ilustró artículos de todas las secciones, hasta que en la década del 40 empiezan a aparecer las viñetas deportivas. No sólo de fútbol: pasaba el rastrillo por el automovilismo, el box y cualquier otra actividad vigente.

Claro que el volumen va mucho más allá. Incluye una biografía de Sirgo -escrita por su hijo- y una serie de artículos/estudios a cargo de Ferullo, Gerardo Blumenkrantz, Sejo y Eduardo Joaquín. Del equipo también formó parte Silvina Douglas de Sirgo. El despliegue gráfico es notable, ya que a las cerca de 200 viñetas elegidas se suman fotos, collages, documentos y algunas perlas, como un cuadro-homenaje del consagrado artista plástico Víctor Quiroga. Se trata de un óleo sobre tela de 104 x 89 centímetros bautizado “El arte de Ceferino”.

José Sirgo tiene tres hijas que no conocieron a su abuelo. El libro es, en buena medida, para ellas. “¿Que siento? Satisfacción por el deber cumplido. Es importante que este legado no se pierda”, afirma. “Lo que hizo Ceferino traspasa las generaciones”, apunta Ferullo, verborrágico y apasionado. Desde la tapa, El Pituco y El Malevo se abrazan sonrientes, símbolos de un Tucumán que parece lejano y, por obra y gracia de un libro, cambia nostalgia por sonrisas.

LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO

• El jueves a las 20,30 en el Colegio de Graduados en Ciencias Económicas (24 de Septiembre 776).