La investigación de la desaparición y el crimen de Paulina Lebbos está llena de dudas. Y es así porque varios de los testigos considerados claves por los investigadores, nunca dijeron toda la verdad o sólo contaron parte de ella o relararon alguna versión cargada de contradicciones. Virginia Mercado, la última persona que vio viva a la estudiante de Ciencias de la Comunicación, es una de ellos. La joven salteña mantuvo su relato a lo largo de estos 10 años. Historia que no convenció a muchos desde el primer momento.

“Con el transcurso del tiempo se fue demostrando que hubo una importante red de encubrimiento. Los policías y sus jefes, funcionarios del gobierno de José Alperovich y ahora un fiscal que investigó el caso esperan ser enjuiciados porque se cree que hicieron lo imposible para que no se supiera la verdad. ¿Por qué no puedo dudar que esta chica no dice todo lo que sabe? Por eso sólo creo en mi familia y en mi abogado”, explicó Alberto Lebbos, padre de la víctima.

Paulina y ella abordaron un remise Fiat Duna bordó en Alem y pasaje Gutiérrez después de haber festejado que habían aprobado un examen de una materia en la carrera que estudiaban en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, en Gitana, uno de los boliches de moda en febrero de 2006. Ella relató que el viaje fue normal y que se bajó del auto frente a su casa, en La Rioja al 400. En su declaración testimonial agregó que Paulina había seguido viaje hasta la casa de su novio, César Soto, adonde nunca llegó.

Justamente, sobre la base de este dato, los pesquisas secuestraron decenas de remises Fiat Duna y de otros modelos color bordó, pero Mercado afirmó, sistemáticamente, que no había subido a ninguno de ellos. También negó que alguno de los dos hombres que le pidieron que identificara hubiera sido el chofer del vehículo.

Los investigadores pusieron toda la atención en sus palabras, pero quedaron con la boca abierta cuando se enteraron de que había solicitado a la Justicia un permiso para regresar a la localidad salteña de Aguaray, su ciudad natal y donde reside. Decidió irse, según argumentó en la Justicia seis días después de la desaparición de Paulina, porque se sentía atemorizada por el acoso periodístico que sufría.

En el planteo realizado ante el fiscal Alejandro Noguera, el primero en dirigir la investigación del caso, también había anunciado que se ponía a su disposición para declarar o participar de algún tipo de medida. Y se fue.

Lebbos nunca entendió esa decisión. “Ella dejó dos carreras (estudiaba Ciencias de la Educación y Comunicación Social) y no volvió más. Hablé con ella y me dijo que estaba asustada. Habló de que los periodistas la acosaban para hacerle una nota, pero no me pareció algo tan importante como para que se fuera así. Su comportamiento siempre nos generó dudas”, comentó el padre de la víctima.

Diferencias

Los policías y empleados judiciales le dijeron a LA GACETA que Mercado siempre usó las palabras justas. “Era muy parca y tímida”, dijo una fuente judicial.

Sus ex compañeros univeristarios la recuerdan de modo diferente. “Ella reaccionaba así cuando se enfrentaba a alguien desconocido, pero cuando entraba en confianza era otra persona. Es más, era una chica como cualquiera. Si hubiera sido como la pintaban, jamás hubiera ido a bailar con Paulina a Gitana”, dijo Laura Medina, compañera de Ciencias de la Educación.

Tampoco se destacaba como estudiante. “Era como cualquier otra chica que estudiaba dos carreras al mismo tiempo. Le costaba mucho y a veces le coincidían los horarios, por lo que no le resultaba sencillo ser una alumna regular”, agregó su ex compañera, que perdió contacto con ella días antes de que decidiera marcharse de Tucumán. “Ni siquiera se despidió. Me enteré por LA GACETA de que había vuelto a su casa”, dijo.

Por este caso se hizo un perfil psicológico realizado por un profesional de Gendarmería nacional. Fuentes tribunalicias dijeron que en ese estudio fue definida como una joven tímida, de fuerte personalidad, consciente en sus actos y que sabía perfectamente el lugar que ocupaba por haber sido la última persona que había visto viva la joven.

Lebbos asegura que la última vez que tuvo contacto con ella fue en 2006, cuando participó de la reconstrucción ordenada por la Justicia. “No sé qué es de su vida. Lo único que puedo decir es que vive en Aguaray”, comentó el padre de la estudiante asesinada.

Esperanzas

No obstante, Mercado no desapareció. Regresó a Tucumán cada vez que los tres fiscales (Alejandro Noguera, Carlos Albaca y Diego López Ávila) que investigaron el caso. Siempre fue acompañada por la fuerza pública, ya que no respondía a las citaciones aduciendo cuestiones económicas, por lo que la Justicia en más de una oportunidad se hizo cargo del pasaje de regreso a su ciudad.

“Tengo entendido que un fiscal le pagó el pasaje con su propio dinero. No creo que haya estando pasando por una mala situación económica, teniendo en cuenta que años anteriores sus padres no tenían problemas para enviarla a estudiar a nuestra provincia. No cualquiera puede afrontar ese gasto”, opinó Lebbos.

También pedía expresamente que la cuidaran para que no tuviera contacto con la prensa. Por ese motivo, los fiscales ordenaban que declarara en horas atípicas y en medio de estrictos operativos de seguridad.

Cuando se daba cuenta de la guardia de periodistas que intentaban hacerla hablar y descubría los indiscretos lentes de los reporteros gráficos la retrataban pese a que se encontraba a más de 100 metros del lugar, su rostro se desfiguraba. Nunca pudo ocultar los gestos de temor e indignación.

Fuentes tribunalicias reconocieron que la joven siempre mantuvo su versión, pero la última vez que declaró -por pedido del fiscal López Ávila- le tuvieron que leer sus dichos, ya que aseguró no recordar lo que había sucedido en la madrugada del día en el que desapareció Paulina,

¿Cuando se realice el juicio oral, estará en condiciones de mantener su versión? “En esta causa hay varios testimonios que son claves. Sus palabras pueden ser de suma importancia en el desarrollo del debate oral”, dijo López Ávila.

“Todos los citados para este juicio tendrán la chance de decir qué pasó. En algún momento alguien se quebrará y la verdad saldrá finalmente a la luz”, concluyó Lebbos con su típico tono firme por estar sediento de justicia.

Datos claves

El caso.- Paulina Lebbos desapareció el 26 de febrero después de haber ido a bailar a un boliche de la zona del ex Abasto. Su cuerpo fue hallado el 11 de marzo a la vera de la ruta que conduce a Raco.

Un misterio.- Hasta el día de hoy no se sabe qué pasó con la joven. Virginia Mercado fue la última persona que la vio. Ella dijo que se dirigía a la casa de su novio César Soto, lugar al que, según Soto, nunca llegó.

Un detenido.- Roberto Luis Gómez es el único detenido por el caso. Está acusado de privación ilegítima de la libertad seguida de muerte. La Justicia le imputó esos delitos por haber tenido, presuntamente el celular de Paulina horas después de su desaparición. Se encuentra tras las rejas desde noviembre de 2013.

Tres investigadores.- La investigación de la polémica causa fue dirigida por tres fiscales. Alejandro Noguera fue separado por la Corte Suprema de Justicia de la provincia luego de que se lo retratara saliendo de una reunión de la casa del por esos entonces gobernador José Alperovich. Lo sucedió Carlos Albaca, que hizo muy poco por la causa y que podría ser enjuiciado por incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado. Diego López Ávila es el último en intervenir en el caso y pide la elevación a juicio, planteo que fue aceptado por el juez Víctor Pérez. 

En la mira.- Por otra parte, están imputados por encubrimiento agravado Eduardo Di Lella (ex secretario de Seguridad), Hugo Sánchez y Nicolás Barrera (ex jefe y subjefe de Policía, respectivamente), Héctor Brito (ex jefe de la Unidad Regional Norte) por haber intentado cambiar las circunstancias en la que se encontró el cuerpo de la joven. La Justicia ya condenó a Enrique García (comisario), Roberto Lencina y Manuel Yapura, quienes eran policías de la comisaría de Raco, ya que reconocieron haber adulterado actas y haber fraguado la firma de un testigo.

Una hipótesis.- El fiscal López Ávila desestimó la versión de que Gabriel Alperovich (hijo del ex gobernador de la provincia) y Sergio Kaleñux (hijo del ex secretario privado de José Alperovich) hayan tenido que ver con el crimen, por lo que pidió que sean sobreseídos. El fiscal de apelaciones Carlos Sale le dio la razón.

Inocentes.- En el caso estuvieron detenidos por ser sospechosos dos personas más. Luis Daniel Olivera permaneció arrestado durante un mes porque un testigo afirmó que en el camping en el que trabaja como encargado en El Cadillal se produjo la muerte de Paulina y que él había ocultado el cuerpo en un freezer. Esa versión quedó descartada. Antonio Gallardo fue detenido en noviembre de 2013 porque en el teléfono de Paulina habían insertado un chip que estaba a su nombre, a horas de su desaparición. Luego quedó libre porque se comprobó que le habían fraguado la firma para sacar la línea telefónica.

Incansable.- Alberto Lebbos, padre de la joven, dejó todo para luchar por el esclarecimiento del crimen de su hija. También organizó a los familiares de víctimas de otros crímines impunes. Cuando asesinaron a su hija, él era funcionario del gobierno de Alperovich, pero primero renunció a su cargo y después fue uno de sus críticos más duros.

El juicio- Hasta el momento es imposible determinar cuándo comenzará el juicio. Los más optimistas sostienen que podría comenzar antes de fin de año, pero algunos califican de descabellada esa posibilidad.

ANALISIS

Con derecho a sospechar

Gustavo Rodríguez - LA GACETA

Alberto Lebbos no está equivocado. Él está en su derecho de sospechar de todos los nombres que aparecen en esta polémica causa. La Justicia no pudo determinar con exactitud quién fue el autor del crimen, pero no tiene dudas de que hubo varias maniobras para encubrir a los responsables de uno de los homicidios más emblemáticos de los últimos tiempos.

Ya fueron condenados los policías de Raco por haber fraguado actas y haber modificado la escena donde se encontró el cuerpo de las estudiante hace exactamente 10 años. Esperan sentarse en el banquillo de los acusados jefes policiales, un funcionario provincial y ahora nada menos que el ex fiscal que dirigió la investigación durante siete años.

Esas son las razones por las que Lebbos se permite sospechar de la palabra de Virginia Mercado, la última persona que vio con vida a Paulina y la que desapareció a los seis días de que se despidiera por última vez de su amiga. Cuando comience el juicio ella tendrá la oportunidad de eliminar con sus palabras todas las dudas.