En el fútbol tucumano sobra el talento natural, aquel que nace y crece en los potreros de los barrios. Así lo aseguró Daniel Petrella, coordinador general del CEF 18. Si alguien puede saber si alguna vez surgirá un Messi tucumano es un formador, como Petrella o como Miguel Monasterio. En diálogo con LG Deportiva, ellos aadvirtieron de las serias dificultades existentes.
Lo difícil para los clubes locales, por cuestiones económicas y estructurales, es ocuparse de resolver los problemas sociales que afectan a la mayoría de niños y jóvenes en la etapa formativa, sostuvo Petrella.
“En Tucumán el fútbol todavía se juega en los potreros. En los últimos años, en ciudades grandes como Capital Federal, Rosario o Córdoba, donde se concentran los clubes más grandes del país, el potrero comenzó de a poco a desaparecer, porque se agravaron problemas sociales como la inseguridad o la droga. Aquí, el potrero todavía sobrevive y es donde aparecen el talento y la técnica, que llaman la atención de los equipos de afuera”, subrayó el entrenador.
Además de atender las dificultades sociales que viven muchos chicos que juegan al fútbol, los clubes locales enfrentan problemas económicos para brindar una contención integral. “En Tucumán los clubes trabajan con jugadores locales. En Buenos Aires, en Rosario y en Córdoba reciben chicos de todo el país y hasta pueden elegir con quiénes quedarse, porque tienen los recursos para atenderlos y para formarlos. Aquí no podemos darnos ese lujo, porque los clubes necesitan que los chicos paguen la cuota para poder mantenerse”, analizó.
Petrella aseguró que la destreza técnica es lo primero que llama la atención de los entrenadores que llegan a Tucumán para observar jugadores. “Pero también observan la personalidad, porque sin carácter no se puede aspirar a ser un futbolista profesional. Y por último, la estructura física. Este es otro déficit que tienen los jugadores tucumanos. Pero se puede resolver con trabajo y con recursos, porque la técnica natural está”, destacó.
Monasterio, coordinador general de Argentinos del Norte, coincide con Petrella en dos de las tres razones que esgrime para explicar por qué de Tucumán no salen cracks.
La primera es la falta de sustento económico que posee la provincia. “Messi se termina haciendo en Europa. River no se hace cargo del tratamiento (padecía una dificultad de crecimiento). Imaginate: si a River le cuesta, lo que es para Tucumán, donde no recibimos ayuda”, aclara.
El cuerpo también es un factor para Monasterio. “Cuando llegan a los ocho, nueve años, deberían hacerlo con un cuerpo formado ya de una manera, pero nunca es así”, explica. La falta de disciplina también termina jugando en contra de un cuerpo que ya viene mal preparado. “A los chicos conviene hacerlos jugar los sábados por el tema de las fiestas, pero ahora hay bailes jueves, viernes, sábado y domingo y no podés controlarlos”, confiesa.
No sólo es físico el problema que debe atenderse. “El chico tucumano no está educado para hacer una carrera deportiva -lamenta Monasterio-. Nunca van a llegar porque no tienen la formación mental para hacerlo”.
Otro argumento que subraya es la desesperación de los padres por llevar al niño a Buenos Aires. Esa postura conspira contra el desarrollo natural del jugador.