En Ostende (Bélgica) es una tradición meterse al mar el primer día del año. Claro que para participar de este chapuzón de Año Nuevo hay que ser valiente, porque están en pleno invierno. En esta ocasión, la temperatura del agua no superaba los 11°. Distinto fue el recibimiento a 2016 en la capital, Bruselas. Ante la posibilidad de un nuevo ataque terrorista el país canceló todas las fiestas públicas programadas en las calles. También quedaron vetados los fuegos artificiales durante la festividad, mientras soldados patrullaron la ciudad para atender cualquier eventualidad sospechosa.