El zumbido de una mosca hubiese alcanzado para llenar el vacío de sonido que dominaba una de las salas del diario con más de 20 personas adentro. Así de frío y tenso era al principio el ambiente entre los abanderados de nivel secundario convocados por LA GACETA para la producción de bienvenida al Bicentenario. Tímidos y desorientados con respecto a la consigna, los chicos prácticamente no entablaron conversaciones entre ellos en esa primera etapa y se limitaron a matar la espera mirando al suelo, al techo o a la pared.
Salvo, claro, aquellos que ya se conocían. Lo interesante de ese incómodo panorama inicial surgió hacia el final, por el contraste con el ambiente descontracturado y cómplice que reinaba al momento en el que se tomó la foto en la vereda de la Casa Histórica.
Mientras iban siendo llamados “al confesionario”, al resto se le consultó cuál era el camino que pensaba seguir. A diferencia de otros tiempos, en los que las opciones se reducían casi siempre a las mismas carreras -más por incertidumbre que por vocación- las respuestas fueron muy variadas: Nutrición, Medicina, Derecho, Ingeniería, Economía, profesorado de Inglés y hasta de Matemáticas. Salvo una de las chicas, quien reconoció estar todavía buscando su orientación, todos tienen su horizonte muy definido.
La timidez se disipó por completo una vez terminadas las entrevistas. Cuando llegó el momento de las fotos, los chicos ya bromeaban entre ellos y enfrentaban con risas las sugerencias de los fotógrafos. Ya se habían formado grupos según afinidades o parentescos. Cuando se prendió la cámara, para realizar la entrevista final, ya eran todos amigos. Si al principio nadie se ofrecía como voluntario para las entrevistas, ahora ya sugerían cómo hacerlas. “Esa pregunta no me gusta, es muy complicada de explicar”, “hagamos algo más corto, empecemos todos con la misma frase y agreguemos una palabra distinta cada uno”, “voy yo primero, antes que me quiten la idea”. Y así, siguiendo el mismo impulso que los llevó a destacarse de la mayoría, organizaron ellos mismo el final de la nota. Bromas aparte, todos apuntaron a un Tucumán mejor, más solidario, más limpio y más seguro, entre otras tantas ideas. Se despidieron con una sonrisa, con todo el futuro, las ganas y los deseos por delante.