Desastre humanitario. Con esas palabras, Melitón Chávez, el cura de los chicos del paco -ahora obispo- describió lo que está sucediendo en la Costanera y otros barrios pobres de Tucumán, en los que el consumo drogas se ha generalizado entre los adolescentes.
Pasaron siete años desde que las madres decidieron denunciar el drama que vivían a orillas del río Salí. Todo ha empeorado, según denunciaron este año. “Hoy hay más droga que nunca”, dijeron en agosto. Y más muertes. En la Costanera, todas las semanas enterraron -según los cálculos de los vecinos- un joven adicto. Una situación similar vivieron en el barrio Juan Pablo II (más conocido como El Sifón). El principal motivo de los fallecimientos es el suicidio. También los hechos violentos: asesinatos con armas o accidentes de tránsito.
Se quitan la vida cuando la droga ha hecho estragos en sus cuerpos, cuando sienten que ya no les queda nada que perder. “No queremos seguir enterrando a nuestros hijos”, dijeron los vecinos de siete barrios que marcharon por las calles del centro tucumano. Pidieron más asistencia para adictos en los barrios, más lugares de internación y una política seria contra las drogas. El nuevo Gobierno prometió combatir de lleno este tema desde 2016. ¿Llegarán al fin verdaderas respuestas para este flagelo?
En septiembre perdí a mi hijo Horacio. Tenía 18 años y luchaba desde hacía un año contra su adicción a las drogas. Lo ayudé a buscar dónde internarse. Estaba a punto de entrar a la Fazenda. Pero no pudo más. Se suicidó muy cerca de casa, en El Sifón. Desde entonces, las mamás nos juntamos y empezamos a luchar contra este flagelo que afecta a nuestro barrio. No quiero que haya ni un Horacio más. El problema es muy grave. Ya hay muy pequeños comprometidos con las drogas. Necesitamos una política de Estado en adicciones. Necesitamos más lugares para tratarlos. Nuestros hijos eran excelentes chicos, sanos, estudiosos. Ahora están perdidos.
Cómo lo viví
Mercedes Zamorano - madre de un adicto que se suicidó
En septiembre perdí a mi hijo Horacio. Tenía 18 años y luchaba desde hacía un año contra su adicción a las drogas. Lo ayudé a buscar dónde internarse. Estaba a punto de entrar a la Fazenda. Pero no pudo más. Se suicidó muy cerca de casa, en El Sifón. Desde entonces, las mamás nos juntamos y empezamos a luchar contra este flagelo que afecta a nuestro barrio. No quiero que haya ni un Horacio más. El problema es muy grave. Ya hay muy pequeños comprometidos con las drogas. Necesitamos una política de Estado en adicciones. Necesitamos más lugares para tratarlos. Nuestros hijos eran excelentes chicos, sanos, estudiosos. Ahora están perdidos.