Las zonas consideradas peligrosas para bañarse en el dique El Cadillal no están señalizadas. Esta circunstancia había sido denunciada el lunes por Claudia Gallardo, tía de Santiago Soria, el niño que murió ayer en el Hospital de Niños.
LA GACETA recorrió la costa del embalse y comprobó que el reclamo realizado por la mujer era cierto. Pero tanto los guardavidas que custodian el balneario del espejo de agua como los obreros que trabajan en el lugar coincidieron en que las personas que visitan El Cadillal suelen ser imprudentes.
“Sabía lo que había pasado, pero la gente lo mismo venía para este lugar. Nosotros estamos arreglando un catamarán y los corríamos porque, a pesar de que tienen el balneario, se vienen a meter en el agua en un lugar donde no hay bañeros. Les dije a mis compañeros que vamos a tener que poner unos cartelitos para que la gente no se meta”, dijo Diego Vellido, obrero del catamarán Arquímides.
Santiago Soria se ahogó en una zona cercana al dique conocida como “El Embudo”. Según Vellido, ese lugar es utilizado mayormente por pescadores que nunca avanzan más allá de unos metros desde la orilla. “Esto es un dique. No podés venir a meterte en cualquier lado porque la costa es muy irregular y nunca sabés si estás cerca del borde de una cornisa. En esta parte, a cinco metros de la orillas, ya tenés 60 metros de profundidad”, remarcó.
También puso énfasis en la falta de control por parte de la Policía. “El domingo había cinco motociclistas. Pero ninguno estaba recorriendo la costa. Con que uno se dedique a retirar a los que están en zonas peligrosas esto se resuelve”, opinó.
El guardavidas Gustavo Irazusta dijo a su vez que la zona donde ocurrió el siniestro está fuera de los límites del balneario del Ente de Turismo. Allí hay 17 bañeros, distribuidos en dos turnos, que se ocupan de controlar la costa. “Esa parte está a cargo de la (Policía) Lacustre. Nosotros participamos del rescate porque hubo gente que nos vino a avisar que un niño se estaba ahogando. Cuando lo sacamos, el chiquito estaba muerto. No tenía ningún signo vital. Se le empezó a hacer la reanimación para salvarlo, pero nunca recuperó la conciencia”, afirmó Irazusta.
Silvia Godoy y su esposo, Alfredo Faisca, opinaron que la falta de señalización y la imprudencia son una combinación peligrosa. “Venimos seguido porque practico kayak. Y más de una vez vimos padres que están tomando alcohol y se meten al agua con sus hijos”, remarcó.