Apostó a un lenguaje conciliador. Durante la campaña transmitió una imagen de serenidad. En público se cuidó de usar siempre las palabras “diálogo, equipo, trabajo”. De ese modo, Mauricio Macri logró ubicarse en las antípodas del kirchnerismo y así sumó el voto de los sectores que no le eran afines para, finalmente, vencer a Daniel Scioli en las urnas.
El macrismo terminó con 12 años de hegemonía kirchnerista en el poder. Su triunfo había comenzado a germinar en las presidenciales del 25 de octubre de 2015. Al forzar un balotaje, empezó a tomar fuerza la posibilidad de llegar a la Casa Rosada.
El Frente para la Victoria, con Cristina Fernández a la cabeza, siguió el camino del lenguaje confrontativo y le costó demasiado caro. La segunda mandataria de la historia argentina volvió al llano con una derrota política que podría minar el futuro del kirchnerismo.
El estilo
Con el poder en sus manos, Macri empezó la gestión con aires de conciliación. Citó a sus rivales políticos y llamó a todos los gobernadores para plantear la necesidad de encarar una reforma política que naciera del consenso. En esos primeros días en el sillón presidencial, Macri se mostró más como un empresario campechano que como un cultor del hiperpresidencialismo.
Consciente de los réditos del marketing, su agenda incluyó día a día un espacio para la foto que lo mostrara descontracturado, sin tanta ceremonia, ya sea con su gabinete de ministros, con el personal de la Casa Rosada o jugando con su hija sentado en el piso del living. Sin embargo, Macri trastabilló en los primeros días con el uso de la lapicera. Gobernar por decreto genera desconfianza, y suele encender luces de alerta.
Con la designación de dos jueces de la Corte Suprema de Justicia sin acuerdo del Senado despertó tantas críticas, que, después, resolvió postergar la jura de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti hasta febrero. Cerró 2015 con la tranquilidad que otorga la luna de miel de los primeros 100 días. El nuevo año será clave para revelar los alcances del proyecto gubernamental de Macri más allá de los artilugios del marketing.
Al acto de traspaso presidencial lo viví con una sensación de resaca después de un calendario electoral insoportable. Lo experimenté con cierto temor respecto a las políticas macristas. Cada vez será más difícil votar porque todo se ha convertido en una ingeniería publicitaria. Tengo la impresión de que los que ganan no están ni en el Colón ni enfrente de la televisión. Están viajando a otra elección. Los perdedores sí están y quizás de ambos lados, aunque no lo sepan.
CÓMO LO VIVÍ
Santiago Garmendia - Doctor en Filosofía
Al acto de traspaso presidencial lo viví con una sensación de resaca después de un calendario electoral insoportable. Lo experimenté con cierto temor respecto a las políticas macristas. Cada vez será más difícil votar porque todo se ha convertido en una ingeniería publicitaria. Tengo la impresión de que los que ganan no están ni en el Colón ni enfrente de la televisión. Están viajando a otra elección. Los perdedores sí están y quizás de ambos lados, aunque no lo sepan.