Fueron varios años en uno. Muchas muertes y varias elecciones. El miedo fue uno de los protagonistas principales de 2015. El agua y su sed exagerada también tuvieron un rol protagónico. Y, como nunca -o como siempre- la prensa se subió al escenario. La Argentina se la pasó votando y explicando. No es fácil decir por qué un fiscal muere el día antes de su gran día. Tampoco es posible entender cómo hacen tres asesinos vinculados con la droga para escapar de una cárcel de máxima seguridad. ¿Habrá llegado el momento de ser un poco más serios? Pareciera que no. Por lo menos en 2015 ya es imposible. Tal vez en 2016 la obligación de soplar 200 velitas por ser independientes nos haga un poquito más maduros, lo que no es poco.
1) El año del miedo. Se vivió con los dientes apretados. Tuvo miedo el que estaba en el gobierno y el que se quedó sin poder. Se aterró el que decidió gritar que iba a votar por alguien que no era del oficialismo y sintió que se jugaba la vida. Ni hablar de los que tenían un contrato con el Estado o de los que engordaban sus ingresos con un plan social. Tuvieron miedo hasta los valientes que decían lo que pensaban en Twitter.
2) El año que duró 12 años. Durante 2015 se cansaron de contar la misma historia. Los opositores a los K porque necesitaban imponer su relato y los kirchneristas porque se desesperaban por mostrar que lo que se hizo valió la pena. Derechos humanos, Indec, AFJP, Fútbol para todos, Ley de Medios, corrupción, populismo, liberalismo, dictadura, China, Estados Unidos, grieta y Griesa. Todas estas fueron las palabras más usadas en un año en el que se revivieron 12.
3) El año del cambio. Macri y Manzur, como muchos otros hombres de la política, cambiaron -de lugar, de rol y hasta de partido-. Dicen que a la prepotencia le sucederá el diálogo y a la anormalidad, la normalidad. El cambio ha llegado. Todavía no se ha instalado y también podría ser un relato.
4) El año pasado por agua. Tucumán fue arrasado por torrentes. Pese a las promesas y a las elecciones quedó más devastado que curado. En 2015, a Daniel Scioli el agua casi se lo lleva puesto. Su candidatura tambaleó. Hoy, cuando todo ha cambiado, 2015 termina con una Concordia ahogada.
5) El año de las urnas. Se votó tantas veces que el pueblo quiso votar una vez más. Así aprendió que el famoso “ballottage” francés ya se había convertido en un castizo balotaje. Para muchos fue demasiado, para otros un necesario ejercicio democrático. Tucumán fue la mosca en la sopa. Sus urnas quemadas y los bolsones se convirtieron en despertador. O fue un caballito de batalla opositor. Hay argumentos para cada opción, pero también un cambio y un proyecto para que no vuelva a suceder.
6) El año de la (in) justicia. Un fiscal de la Nación murió. ¡Un funcionario confesó ser coimero! La Corte Suprema se descuajeringó. La Corte provincial se dividió. El ministerio fiscal tucumano se estragó. Entre tantos papelones, el ex fiscal Strassera se despidió de este mundo tras haber dado un gran paso en la argentinidad.
7) El año de las redes. “…Y el que no se escondió, se jorobó”. Cada día es más difícil jugar a “La escondida”. Las redes sociales lo saben todo, lo ponen todo, lo descubren todo y lo discuten todo.
8) El año en el que la política fue desvalijada. Los gastos que se llaman sociales, pero poco tienen de ello, se trasladaban en valijas porque todo era bajo la oscura trama de la falta de transparencia. El nuevo gobierno prometió mandar las valijas al desván y encontrar una salida superadora. Hasta ahora, sólo la desvergüenza.
9) El año de la prensa. Los periodistas preguntan, porque no saben, porque quieren saber de qué se trata y porque es su arma más poderosa. ¿Qué hubiera pasado si no mataban a los hacedores de Charlie Hebdo? ¿Quién hubiera ganado si Lanata no se animaba a denunciar hasta lo que no tenía mucho sustento? ¿Cómo hubieran sido estos tiempos si Obama no le daba la mano a Castro? ¿Cuánto hubiera durado la soberbia del oficialismo si la plaza no se hubiera llenado tantas veces? ¿Cuántas mentiras hubieran sobrevivido si la prensa no se preocupaba por denunciar corrupciones de unos y de otros? Con imprecisiones y errores, la prensa oxigena la democracia.
10) El año que viene. Es el año del Bicentenario. Tucumán debiera ser el gran protagonista. Los comicios, las denuncias, las ansiedades, la voracidad de protagonismos, las promesas de plata y las mentiras de esas promesas han hecho que 2015 se olvidara de su hijo 2016. Por primera vez los tucumanos tendremos una idea común, un sueño de igualdad, una esperanza de comunión. Que así sea. “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”, se animó a proponer Eduardo Galeano, otro que se despidió en 2015.