MADRID.- El político socialista Pedro Sánchez ratificó ayer que no intentará ser jefe del Gobierno español “a cualquier precio”. Pero lo cierto es que solo La Moncloa le daría la tranquilidad que no ha logrado en los 17 meses que lleva al frente del Partido Socialista (PSOE), donde los críticos toman ya posiciones de asalto.

La formación se mantuvo como segunda fuerza de España, tras el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy, en las elecciones del día 20, pero el resultado en esos comicios fue el peor en su historia. Y estos dos factores sitúan a Sánchez en una encrucijada en la que la inestabilidad en España se mezcla con una crisis en su partido.

Absteniéndose en una votación de investidura, Sánchez tendría la posibilidad de permitir un nuevo Gobierno de Rajoy que evite a España volver a las urnas, ante la fragmentación parlamentaria en la que ha quedado tras los comicios y en medio del desafío secesionista que hay abierto en Cataluña. Pero él y el PSOE cerraron ayer la puerta a ello en un tenso comité federal en el que el partido fijó la política de pactos, la reunión más difícil a la que se ha enfrentado Sánchez. “El PSOE votará en contra de la investidura de Rajoy y de un nuevo Gobierno del PP”, decidieron.

La derecha presiona a Ciudadanos, la cuarta fuerza, en busca de una gobernabilidad que apremia más ante el desafío independentista en Cataluña, que puede complicarse si antes del 10 de enero un nuevo Gobierno separatista avanza hacia su proclamación.

Podemos, que es el tercero, también votará contra él, según reiteró a Rajoy su líder, Pablo Iglesias, en la reunión que tuvieron ayer en La Moncloa, en el marco de los contactos que el Jefe del Gobierno en funciones está celebrando en busca de un posible pacto. “No vamos a permitir que gobierne el Partido Popular”, dijo Iglesias tras el encuentro de dos horas. (DPA)