MADRID.- Al día de hoy, Mariano Rajoy no puede ser investido de nuevo jefe del Ejecutivo español. El voto en contra a su investidura anunciado por el Partido Socialista (PSOE) lo deja definitivamente fuera de juego. Al Partido Popular (PP), sin embargo, le queda un cartucho por quemar: dejarlo caer y presentar otro candidato a la votación para seguir gobernando España. La persona que en estos momentos parece mejor situada para ello es la que ha sido la mano derecha de Rajoy en cuatro años de gobierno: la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

El domingo por la noche, cuando Rajoy salió al balcón de la sede del PP para dirigirse a los militantes, dos mujeres lo flanqueaban tras haber perdido casi cuatro millones de votos. A su izquierda, su esposa, Viri Fernández; a su derecha, la vicepresidenta. Él mismo dio a Sáenz de Santamaría un protagonismo sin precedentes en la campaña electoral. La imagen de la número dos del Gobierno rivalizó con la suya en los carteles electorales que el PP colgó de farolas de toda España, en la primera ocasión que el partido conservador planteó una campaña bicéfala a la americana.

Rajoy la envió además, en su nombre, al debate que enfrentó a los candidatos de los cuatro partidos que rivalizaban en los primeros puestos en la encuestas. Sáenz de Santamaría salió airosa del enfrentamiento con el socialista Pedro Sánchez y los emergentes Pablo Iglesias (Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos).

Iglesias fue el que en plena campaña electoral habló de la “Operación Menina”, especulando con que el PP estuviera colocando en buena posición a la vicepresidenta por si la formación conservadora quedaba tras las elecciones, ante la disyuntiva de tener que dejar caer a Rajoy para poder seguir al frente de España.

La número dos de Rajoy tiene 44 años, 16 menos que él, una edad que la aproxima más, que a su jefe, a los líderes con los que el PP tiene que entenderse obligatoriamente en la nueva legislatura en un Congreso de los Diputados más fragmentado que nunca. Sánchez tiene 43; Iglesias, 37, y Rivera, 36.

Retirar a Rajoy abriría la posibilidad a una abstención del PSOE y de Ciudadanos, e incluso, quizá, a un voto a favor por el partido emergente liderado por Rivera.

El número dos de los socialistas, César Luena, anunció un voto en contra de la investidura de Rajoy, pero no en contra del PP. “Lo que tenemos claro es que rechazaremos la investidura de Rajoy”, dijo. Pero también pronunció otra frase: “Al que le toca formar gobierno es al PP y el PSOE va a ser responsable siempre”.

El líder de Ciudadanos aseguró en la campaña que no votaría a favor de hacer presidente a Rajoy, pero en la recta final admitió que se abstendría en una votación de investidura del líder conservador.

La opción de un Ejecutivo del PP con un presidente distinto a Rajoy alejaría un escenario que, desde el domingo, no se puede descartar: la convocatoria de nuevas elecciones en marzo o abril ante la imposibilidad de la formación de gobierno.

El Ejecutivo sería frágil y estaría bajo la amenaza constante de una moción de censura. Pero hoy, en espera de que los partidos se sienten a hablar, aparece como la única opción por la que el PP podría mantenerse en La Moncloa.