Son las complicaciones lindas que trae el premio de Deportista del Año de LA GACETA. En la edición 14 de la gala le tocó vivirlas a Miguel Amargós. Coordinar la cita del día después es difícil porque la agenda está cargada. Por eso la reunión en casa no es factible, así que a elegir lugar para encontrarse con el dueño del Canillita de Oro. “Que sea lindo”, sugiere vía Whatsapp. Y él mismo da las coordenadas: “las fuentes de la plaza de EDET”.
El punto de encuentro está en sintonía con el momento que vive. Allí las quinceañeras, los que se casan, los enamorados pasan momentos felices, como los que vive Amargós.
Está en plenitud por el reconocimiento que obtuvo hace pocas horas. Será por eso que el mejor karateca del continente en la categoría de hasta 84 kilos conserva la sonrisa y la particular calma de su personalidad aunque se sientan 40 grados de temperatura.
Lo acompañan sus amigas Luciana Poccioni y María Emilia Alvarado; su hijo, Aquiles y Bianca, hija de Luciana. Entre todos reconstruirán las primeras horas de Amargós ungido como el mejor atleta por el jurado de notables que LA GACETA seleccionó. “Muchos amigos se contactaron”, contó el premiado. Cuando miró por la ventana de su casa en Ayacucho al 1200, veía que su papá venía con el “kit” de desayuno, propio del día después de tener un hijo ganador. “A primera hora, mi papá salió a comprar el diario y la bolsa de tortillas”, comentó entre risas.
“No compro nunca LA GACETA”, fue sincera María Emilia. “Le digo a la señora: ‘hoy la compro porque está mi amigo’. Y me pregunta: ‘¿quién? Macri’. ¡Qué Macri! ¿No ve la primera plana?”, relató con un tono de exclamación. “¡Mireló! Él es Miguel Amargós”, le respondí. La amiga del chico de oro casi empapela el monoambiente en el que vive con las páginas del suplemento especial que el diario editó.
“Este año está redondo. El premio es lo que anhelaba como distinción y más aquí. Todavía me queda el Olimpia y otros más, pero el de LA GACETA gana”, explicó. A cuatro meses del logro más importante de su carrera cuando ganó la medalla de oro en los Panamericanos, le llegó otro que deseaba de igual manera. Por eso quiere tomarse el tiempo para saborearlo en la medida justa. “El capitán de la selección me dijo que cuando se saca la medalla del cuello, empieza a pensar en el próximo torneo. En este caso yo voy a seguir disfrutando un tiempo más”, afirmó diferenciándose de Franco Icasati. Pero rápido advirtió: “ya estoy pensando en el Open de París, mi primer torneo de 2016”.
Aunque la felicidad es mucha, Amargós no puede abandonar del todo las preocupaciones deportivas. “Sin ayuda no podré seguir compitiendo para la provincia”, pintó su realidad. “Tengo amor por mi provincia, pero también necesito vivir, tengo un hijo y sin ayuda no puedo seguir. Antes de los Juegos, ya tenía propuestas de otras provincias. Me quedé por el amor a la provincia”, fue contundente.