Hugo E. Grimaldi - Agencia DyN

BUENOS AIRES.- Al anunciar la eliminación del cepo -”un sistema insostenible que ahoga la economía”, dijo el ministro Alfonso Prat Gay- el Gobierno ha jugado fuerte en materia cambiaria, ya que cortó de cuajo con un sistema “que mató la oferta de dólares y no frenó la demanda” y, sobre todo, porque lo ha hecho sin poner como parapeto de la medida un plan que abarque cuestiones monetarias y sobre todo fiscales. En este último sentido, el titular de Hacienda y Finanzas Públicas, además de su tranquilidad y de la buena disposición a “decir la verdad” y a aclarar todas las dudas, expuso una dosis bien grande de voluntarismo a la hora de cumplir con la palabra empeñada.

A esta expresión, que incluyó al Banco Central, aunque el ministro se ocupó en varias oportunidades de ser cuidadoso para no invadir su autonomía, hay que agregarle necesariamente que da la impresión que, en principio, los anuncios han quedado atados básicamente a la voluntad de las cerealeras de liquidar 400 millones de dólares diarios. Para calibrar hasta dónde los mercados se van a quejar de la falta de horizonte en temas sensibles, la ortodoxia sostiene que un programa con todas las de la ley debe atacar simultáneamente la baja del gasto público para, con ello, reducir la emisión monetaria y evitar la huida del peso y su devaluación en relación al activo que más aprecian los argentinos, el dólar.

Sin esa ancla integral, la jugada del ministro se ha quedado en el origen sin el condimento básico de esa integralidad que aprecian los mercados. Esa carencia, Prat Gay la reemplazó con una virtud que fue la de no esconder de ninguna manera este asunto tan delicado, ya que dijo que “en alguna otra conferencia de prensa se va a comenzar a hablar del ordenamiento de las cuentas fiscales”.

Aluvión de pesos

El plan contempla volver a las normas cambiarias que existían antes de la imposición del gobierno kirchnerista y hay que anotar que, de momento, hay un aluvión de pesos en la calle que pueden ser el combustible del precio del dólar, por más que mañana el BCRA salga “a jugar el partido en la cancha” para defender el valor de la moneda local a un precio que no altere las expectativas.

En ese sentido, el ministro habló de dólares en oferta de entre 15.000 y 20.000 millones, pero “en cuatro semanas” y dio únicamente como seguro el compromiso diario de las cerealeras.

Pese a todo, el Gobierno dice que se juega igual porque considera que “el cepo nos hizo perder la mitad de las reservas” y porque sabe que había que cumplir con la promesa de campaña, aún a riesgo del deslizamiento hacia los precios, sobre todo de bienes de la canasta de consumo. “Levantar los cepos es el puntapié inicial para poner la economía en el sendero de crecimiento”, argumentó el ministro. Y esta fue una referencia muy clara a la vocación de ir avanzando sin prisa, pero también sin pausa.

Ahora, queda por aguardar el veredicto de los mercados, si hay confianza y se comienza a transitar ese camino o si esos dos o tres flancos débiles van a ser aprovechados para forzar una suba de precios y así contestarle con el bolsillo a la voluntad de “normalización” hecha, como dijo Prat Gay, con “equipo y seriedad”.