El desempleo y el trabajo no registrado son dos flagelos que aún preocupan a la sociedad. Pero más serios son los pasivos ocultos que quedan de la anterior gestión. Según el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), pese a que la manipulación de las estadísticas oficiales genera duras, cada vez es mayor la inactividad laboral en el país. “Muchas mujeres adultas y jóvenes, que podría trabajar, no lo hacen por la falta de oportunidades y aletargadas por la proliferación del asistencialismo. Para revertir el fenómeno se requiere capacidad de diálogo, audacia política y profesionalismo”, señala el instituto. En relación al mercado de trabajo, es importante observar la tasa de participación laboral. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), entre el segundo trimestre de 2004 y el mismo período de 2015, se observa:

• En la población con entre 20 años y la edad de jubilarse la proporción que trabaja o busca trabajo pasó de 78% a 75%.

• Entre las mujeres entre 30 y 59 años, la participación laboral pasó de 67% a 66%.

• Para los jóvenes de entre 20 y 30 años, la participación laboral pasó de 73% a 65%.

Estos datos, según Idesa, señalan que el grueso de los problemas laborales no está constituido por el desempleo (es decir, personas que buscan trabajo y no lo encuentran) sino en la alta y creciente inactividad laboral (es decir, personas en edad de trabajar que no lo hacen ni manifiestan intenciones de hacerlo). Actualmente, una de cada cuatro personas de entre 20 años y la edad jubilatoria no participa del mercado laboral. El fenómeno se agrava entre las mujeres y los jóvenes donde una de cada tres personas elige la inactividad laboral.

“Que la inactividad laboral sea tan alta entre las mujeres adultas y los jóvenes refleja comportamientos propios de sociedades más atrasadas y conservadoras con fuerte preeminencia masculina”, sostiene Idesa en su reporte semanal. El núcleo central del mercado de trabajo son los varones entre 30 y 64 años de edad con tasas de actividad del 93%, mientras una gran cantidad de mujeres adultas quedan relegadas a las actividades domésticas y los jóvenes sólo a estudiar, ayudar en el hogar o no hacer nada. Muchos factores explican este fenómeno, pero uno de particular importancia es la forma en que se instrumentó la política asistencial de la última década. “Defectos en el diseño y la administración de las pensiones no contributivas, la Asignación Universal por Hijo y el Progresar, entre las intervenciones más relevantes, inducen a la inactividad laboral entre las mujeres y jóvenes en edad de trabajar”, advierte. A su criterio, la inactividad laboral cercena oportunidades de progreso. Lo hace en el plano individual, familiar y colectivo. En los hogares donde, además del varón jefe de hogar, también trabajan la pareja y los jóvenes en edad de hacerlo, el ingreso per cápita es más alto. Más importante aún es que cuando las mujeres participan del mercado laboral la maternidad tiende a postergarse, la tasa de fecundidad a reducirse y, con ello, se abren nuevos horizontes de oportunidades laborales y profesionales para ellas. En el mediano plazo esto se traduce en mejor educación de los hijos.