“¿Cuánto es?”, le pregunta Luis Rodríguez al hombre que atiende la primera cabina de peajes en el trayecto San Miguel de Tucumán-Trancas, por la Ruta Nacional 9. “Para usted, nada”, responde el hombre, de unos 35 años.

El “Pulguita” ya había buscado el cambio en los recovecos de su camioneta, a la que condujo, acompañado por su hermano , representante y ex jugador de Atlético, Walter, el viernes por la tarde, pero tuvo que dejar los billetes de vuelta en su lugar. El destino era el norte de la provincia.

En Trancas lo esperaba una distinción y otras centenas de esas pequeñas muestras de afecto que solo él puede generar en Tucumán. La primera parada fue en la Municipalidad.

Allí, el intendente Roberto Moreno recibió al “Pulguita” y al “Pulga” junto a otras autoridades del municipio. Más tarde arribaron al encuentro el presidente Mario Leito y el coordinador de las divisiones inferiores Diego Erroz. “Para nosotros es muy importante que alguien como Luis esté acá”, explicó Moreno.

La reunión se extendió unos minutos más y luego toda la comitiva se trasladó al complejo de deportes que posee la ciudad. En las diferentes canchas (de fútbol, de básquet, de vóley, de pádel) esperaban cientos de chicos por el ídolo de Simoca. Ninguno pudo contenerse y cuando lo vieron acercándose al complejo, salieron a recibirlo y prácticamente a obligarlo a sacarse una foto. Muy dispuesto, Luis Miguel aceptó cada uno de los pedidos.

Posteriormente se armó una especie de escenario en la cancha de básquet y comenzaron a entregar las distinciones. La más importante era para el jugador de Atlético, cuya visita fue declarada “de interés municipal”, pero también aprovecharon para destacar las labores de jóvenes jugadores tranqueños que triunfan en la Capital.

Fue el caso de Lucas Gigena, un joven quejuega en las divisiones inferiores de Atlético e Itatía Barrera, arquera con todas las luces en el equipo del fútbol femenino.

Leito, Erroz y Rodríguez agradecieron el trato recibido y después de la alocución de cada uno de ellos todavía quedó tiempo para más autógrafos y fotos. El “Pulguita” no podía ni quería negarse. Ni siquiera hasta que se hizo de noche.

En el regreso, en el mismo peaje pero con diferente empleado, la reacción no fue la misma pero tuvo un tinte similar: “¿cuánto es?”, preguntó. “Para usted, $8 (en realidad era $13)”, respondió.