Paul Krugman
He seguido obsesivamente las noticias de París concentrándome en el horror. Es la reacción humana natural. Pero seamos claros: también es la reacción que quieren los terroristas. Francia representa una democracia robusta, con un profundo pozo de legitimidad popular. No la va a conquistar el Estado Islámico de Irak, ni ahora ni nunca. ¿Destruir la civilización occidental? ¡Imposible!
Entonces, ¿de qué se trató el ataque? Matar gente al azar es una estrategia que refleja la debilidad de los perpetradores. No va a establecer un califato en París. Lo que sí puede hacer, no obstante, es inspirar terror, por eso lo llamamos terrorismo y no se le debería dignificar con la palabra guerra.
Sería algo muy negativo que Francia u otras democracias respondieran al terrorismo con contemporización. Por ejemplo, que los franceses se retiraran del esfuerzo internacional contra el EI con la vana esperanza de que los yihadistas los dejen en paz. Y no voy a decir que no anda por ahí ningún aspirante a conciliador.
La mayoría de las acusaciones de contemporización en Estados Unidos parecen estar orientadas contra los liberales que no utilizan lo que los conservadores consideran un lenguaje suficientemente duro. Un riesgo mucho mayor, en la práctica, es que los blancos del terrorismo traten de alcanzar la seguridad perfecta, eliminando cada amenaza concebible; una respuesta que, inevitablemente, empeora las cosas porque se trata de un mundo grande y complicado, y ni las superpotencias pueden corregir todo.
Finalmente, el terrorismo es sólo uno de muchos peligros en el mundo, y no debería permitírsele desviar nuestra atención de otros problemas. Lo siento conservadores: cuando el presidente Barack Obama describe al cambio climático como la amenaza mayor que enfrentamos, tiene toda la razón. El terrorismo no puede destruir nuestra civilización ni lo hará, pero el calentamiento mundial sí puede y podría hacerlo.
El objetivo de los terroristas es inspirar terror porque eso es todo de lo que son capaces. La respuesta es no rendirse ante el miedo.