Resmas de papel, fajos de cuadernos y pelotas de goma ennegrecidos volaban desde el balcón del primer piso hasta aterrizar sobre una montaña de mercadería quemada que ocupaba la vereda y parte de la calle. Eran los restos que todavía sacaban los empleados de la librería “León”, ubicada en calle Junín 310, pese a que el incendio había sido apagado el miércoles.
Ya no había fuego ni bomberos, ayer a la tarde. Aún así, los curiosos seguían deteniendo el paso frente a la fachada deteriorada del comercio. Detrás de las vallas, observaban la labor de los empleados de la librería. En la planta baja, uno de ellos se daba maña para sostener una linterna y, a la vez, sacar el agua con un haragán. Un piso más arriba, dos jóvenes lanzaban por el balcón los restos de mercadería quemada.
La calle, en tanto, continuaba cortada. El tránsito estaba interrumpido desde la esquina de Córdoba y Junín hasta el pasaje Padilla. Sin embargo, los vehículos podrían empezar a circular por esa arteria desde mañana. “Estimo que el domingo ya se podrán habilitar la mitad de la calzada”, dijo ayer el arquitecto Luis Lobo Chaklián, subsecretario de Planificación Urbana de la Municipalidad.
Según explicó el funcionario, no pueden retirar el vallado hasta que no se termine de sacar toda la mercadería del local incendiado. Se debe a que un grupo de personas habría intentado saquear los containers donde los empleados del comercio iban separando los útiles escolares que servían de los que estaban inutilizados. “Quedó una guardia policial en el lugar a pedido de los dueños”, agregó Lobo Chaklián.
Plan de contingencia
Con la ayuda de un ingeniero civil, los propietarios de la librería trabajaban en la elaboración de un plan de contingencia que deben presentar en la Municipalidad. Lobo Chaklián indicó que tienen plazo hasta el lunes y que en ese documento deberán exponer si existe un riesgo de que el edificio colapse. En razón de eso, los especialistas del área que conduce el funcionario analizarán qué medidas habrá que tomar al respecto.
Mientras tanto, el edificio fue apuntalado para evitar cualquier tipo de derrumbe. Desde la calle puede observarse que la situación más complicada se presenta en el tercer piso, que al igual que el segundo funcionaba como depósito, donde las paredes están agrietadas. Lobo Chaklián estimó que el edificio tiene una antigüedad de 70 años aproximadamente. Sin embargo, la habitación del tercer piso fue construida después.
En cuanto a las pérdidas económicas, uno de los dueños de la librería se limitó a responder que aún no tienen un cálculo de cuánto dinero representan. La librería ardió desde el martes a la mañana hasta el día siguiente.