J. Hoberman / The New York Times

Es temporada de Robert Zemeckis, el escritor y director de 63 años, nacido en Chicago, que empezó a hacer películas en los 70 y cambió la historia estadounidense, al menos metafóricamente, con sus dos enormes éxitos, “Volver al futuro” (1985) y “Forrest Gump” (1994).

Se escogió “En la cuerda floja” (la reconstrucción que Zemeckis hizo en 3 D de la caminata de Philippe Petit sobre un alambre entre las torres gemelas del World Trade Center en 1974) para abrir el Festival de Cine de Nueva York; en esta semana se va a conmemorar el 30 aniversario de “Volver al futuro” con proyecciones especiales y reestrenos, y el 29 de septiembre se inauguró en el Museo de Arte Moderno de Nueva York la retrospectiva “Revelaciones”, llamada así por su homónima cinta de suspenso psicológico de 2000.

¿Qué hay abajo? Si bien Zemeckis es notable por ser pionero en el uso del cine digital e imágenes generadas por computadora, Dave Kehr, el curador de la exposición, lo llamó “uno de los últimos autores clásicos”, un director comercial en la tradición de Howard Hawks o Alfred Hitchcock, quien es un artista popular y un cineasta personal a la vez. Kehr tiene la posición de que a Zemeckis, quien empezando por “Quién engañó a Roger Rabbit” (1988) ha sido, quizá, el más aventurero de los cineastas hollywoodenses en lo digital, lo desestiman injustamente por considerarlo un técnico. Engañosamente se lo encasilla como a un proveedor de entretenimientos para sentirse bien. Este ex crítico de The New York Times ve una visión del mundo más oscura. Ha caracterizado a Roger Rabbit como una alegoría cáustica de las relaciones raciales estadounidenses, digna de Mark Twain.

Autor de la vieja escuela, Zemeckis es renuente a analizar los temas y obsesiones de sus películas. En comparación con una nueva ola de cineastas estadounidenses, como Martin Scorsese, Zemeckis no se presenta como tal. También es realista sobre la desaparición de las cintas de 35 mm, un medio que usó por última vez en “Náufrago”, por la época en la que se inauguró el Centro para las Artes Digitales al que ayudó a financiar la Universidad del Sur de California. “Construí un edificio”, dijo orgullosamente.

Hijo de un trabajador de la construcción, Zemeckis confundió a sus padres con su deseo de ser cineasta. “En mi familia no había arte. No había música, no había libros, no había teatro”, recordó. La fuente de su inspiración era la televisión: “de niño veía todo”.

¿Acaso el continuo collage de hechos y ficción, la entremezcla de distintos períodos y el interminable reciclado de la televisión alentaron a Zemeckis a imaginar a la historia estadounidense como un espectacular flujo de acontecimientos mediáticos maleables? Esta visión del mundo es más evidente en “Forrest Gump”, en la que el protagonista ingenuo (Tom Hanks), se codea con figuras históricas y lo inserta en acontecimientos que cambiaron al mundo. Sin embargo, ya era evidente en el primer largometraje de Zemeckis, la sátira sobre la beatlemanía “Locos por ellos”, en la que se evocó a The Beatles con una combinación de archivo, dobles y mímica vocal.

“Volver al futuro” y sus secuelas tienen una densidad introspectiva que sugiere a la televisión (abundan las referencias a comerciales mientras se está en la cronología de la banda de Moebius de la película, los artefactos de la cultura popular de 1985 se presagian en 1955 y viceversa); al mezclar personajes animados con actores de carne y hueso, Roger Rabbit ofrece una metáfora más abstracta de nuestra vida entre los fantasmas mediáticos; y de forma similar, en “Contacto” (1997), su espectacular cinta mística de ciencia ficción, mejoró su naturalismo al presentar abundantes reporteros de televisión y otras celebridades reales.

En este sentido, en sus películas Zemeckis practica una forma de realismo social. En su estudio de 1984, “Imaginary social worlds”, el antropólogo y académico de estudios estadounidenses, John L. Caughey, argumenta que “las intensas relaciones de imágenes con personajes mediáticos” se habían convertido en una norma estadounidense y, empezando con la película en la que The Beatles están presentes y no, Zemeckis se deleitó con esas relaciones ilusorias.

El tema sigue siendo constante. Es frecuente que sus personajes estén aislados o alineados; es asombroso que hasta las películas relativamente naturalistas, como “Revelaciones” y “Náufrago”, una nueva versión asombrosamente desalentadora de Robinson Crusoe, el protagonista intente conectarse con el mundo forjando vínculos emocionales con seres fantásticos.

Aún si Zemeckis se identifica con estas figuras obsesionadas y solitarias, incluido el héroe de la cuerda floja en su última producción, esencialmente coloca al público en ese mismo sitio: a menudo, ver una película de este director es entrar en un reino poblado por criaturas humanoides inexistentes. Empleó efectos digitales en la comedia oscura de 1992, “La muerte le sienta bien” para transformar a Goldie Hawn y a Meryl Streep en grotescos personajes de caricatura, en tanto que continuó con el proceso en sus cintas en 3 D, utilizando la forma de la animación digital conocida como captura de interpretación con resultado a veces desconcertantes. (En su reseña de “A Christmas Carol”, en The Times, A.O. Scott escribió que algunos de los personajes humanos tienen “la mirada fría y gomosa de los avatares de los videojuegos”.)

Al combinar sus intereses en la historia, el vuelo, los traumas y la elaboración de imágenes digitales, es posible que “En la cuerda floja” sea su película por antonomasia y su acto de prestidigitación más emocionalmente resonante. En ella fabrica un horizonte urbano neoyorquino que ya no existe y digitalmente, aunque con sutileza, modifica a sus intérpretes humanos. “Todo, desde el punto de vista tecnológico, me preparó para hacer esa película”, me dijo Zemeckis.

En esencia, recrea la alucinante acrobacia de Petit con su propio acto. Documenta lo que no se puede documentar y restablece una ausencia, aunque solo por unas horas. Como “Forrest Gump” o “Volver al futuro”, el filme es un monumento en el tiempo y el espacio que también es una ilusión óptica.

Anticipos cumplidos

Hay una fecha clave en la primera “Volver al futuro”: el 21 de octubre de 2015, en la cual se usan objetos futuristas a la vista de 1985, cuando se filmó la película emblemática. LA GACETA ofrecerá mañana una producción especial sobre los anticipos que se cumplieron. 


EN CARTEL

• “En la cuerda floja”, la última película de Zemeckis, se proyecta en los cines tucumanos.