Daniel García Marco - Agencia DPA

La primera vez en Nueva York no se olvida. Francisco, el “Papa de los pobres”, vivió ayer una jornada frenética en Manhattan, unas de las zonas más elitistas y en la que más caro se paga el metro cuadrado de todo el mundo. La Gran Manzana recibió sin excesivo entusiasmo al pontífice, cuya visita generó simplemente un poco más del caos ya habitual. “En cuanto usted traspasó esas puertas, se convirtió en un neoyorquino”, le dijo la noche del jueves el cardenal Timothty Dolan al Papa en la catedral de San Patricio. Pero el jesuita argentino no da el perfil de “newyorker”. Su condena hoy de la “ambición de lucro” difícilmente resonó en Wall Street.

En la iglesia, incrustada entre las tiendas exclusivas en la Quinta Avenida, seguía ondeando la bandera amarilla y blanca del Vaticano, mientras los turistas iban y venían. Cerca de la Catedral estaba una de las personas desfavorecidas a las que se refiere el Papa. “Homeless, broken, hungry” (Sin techo, abatido, hambriento), se leía en su cartón. Apenas unos minutos antes, en la ONU, el pontífice había exigido los derechos de “tierra, trabajo y vivienda”.

Hasta Francisco, que no había pisado NY hasta hoy, sabe que la vibrante ciudad tiene también su lado amable. Lo demostró el 11 de septiembre de 2001, y él lo reconoció hoy, al recordar en la Zona Cero a las víctimas de los atentados y a los héroes. “En una metrópoli que puede parecer impersonal, anónima, de grandes soledades, fueron capaces de mostrar la potente solidaridad de la mutua ayuda, del amor y del sacrificio personal”, elogió el Papa a Nueva York.

El alcalde, Bill de Blasio, había animado a evitar hoy Mannhatan y a trabajar desde casa. La seguridad impuso cortar calles cuando el Papa se desplazó de la ONU a la Zona Cero y luego hasta Harlem.

Lejos de ellas, sin la entrada de acceso requerida, algunas personas esperaban poder verlo. “Quiero estar aquí, cerca. Queremos verlo, porque es el Papa de la gente. Es muy humilde”, dijo Elena Aguirre, argentina de 50 años residente en Nueva York y con camiseta albiceleste de fútbol. “Es muy especial para todo el mundo. Lo amo. Quiero estar aquí, aunque no pueda tocarlo, sólo verlo”, dijo Jennifer, de Nueva Jersey y con camiseta papal.

Pese al mensaje del Papa, no hubo rastro de paz hoy tampoco en Manhattan, donde incluso Francisco pasó una jornada frenética. Lo habitual en la Gran Manzana.