Algunas similitudes con la temporada 2008/09 asustan. Las víctimas del miedo son los hinchas de Atlético que no quieren buenas señales porque temen “arruinarlo” o porque quizás sea demasiado bueno para ser cierto.

En esa temporada, Atlético tuvo una primera rueda regular (mejorada sobre el final) y una segunda fenomenal que le permitió conseguir el tan ansiado ascenso a Primera.

Después de eso, las segundas partes se volvieron una verdadera pesadilla para Atlético. En 2010, cuando estaba en Primera (llegó a diciembre fuera de la zona de descenso directo y Promoción, en la temporada 2010/11, en su regreso a la B Nacional (el equipo de Enrique Hrabina terminó primero la primera rueda), en la 2011/12 con Juan Manuel Llop, en la 2012/13 con Ricardo Rodríguez y el año pasado, cuando estaba puntero cómodo, tenía que terminar quinto para ascender y acabó empatando en esa posición y perdiendo un desempate.

Todas historias que comenzaron bien y se desmoronaron en su segunda mitad. Y así como el dicho nos enseñó que el que se quema con leche, ve una vaca y llora, los buenos comienzos en Atlético eran mirados de reojo.

Lo fue el de este año con Juan Manuel Azconzábal pero el miedo se fue evaporando a medida que transcurrieron los partidos de la segunda rueda. El equipo incluso, con 21 unidades todavía por disputar, está a cuatro de igualar el puntaje de la primera. Allí consiguió 36 y ahora lleva 32 y es casi un hecho que los superará, tal como lo hizo en 2009.

En ese torneo (de 38 fechas y no de 42 como este, vale destacar), lograron 31 y 43 puntos respectivamente.

“Todavía faltan siete partidos, hay que seguir así”, no se cansa de repetir el “Vasco” y tiene razón; pero a menos que suceda una catástrofe, el equipo no dejará de conseguir su objetivo por lo que haya hecho -o dejado de hacer- en la segunda ronda. Todo lo contrario, este período es el que lo depositó en la cima y el que quizás le permita sacarse el estigma que carga hace varios años después del ascenso: las segundas ruedas nunca fueron buenas.