Aaron E. Carroll / The New York Times

Si existe algún mito sobre la salud que no morirá es el que pregona que para lograr tener una buena salud hay que beber ocho vasos de agua al día. ¡Simplemente, no es verdad! No hay ninguna ciencia detrás de esta afirmación.

Y, no obstante, cada verano, los medios informativos nos inundan con artículos en los que se advierte que la deshidratación es peligrosa. Estas notas generan el temor de que cada vez hay más adultos y niños saludables que andan por ahí totalmente deshidratados e, incluso, que la costumbre de no tomar agua ha alcanzado proporciones epidémicas.

Examinemos estos dichos. Muchas personas creen que la fuente de este mito es una recomendación de la Junta de Alimentación y Nutrición que data de 1945, en la que se dice que la gente necesita alrededor de 2,5 litros de agua por día. Sin embargo, se ha ignorado la oración que seguía inmediatamente. Decía: “La mayor parte de esta cantidad está contenida en los alimentos preparados”. Y es así. El agua está presente en las frutas y en los vegetales. Está en el jugo; está en la cerveza; incluso, en el té y el café. Antes de que alguien me escriba para decirme que el café deshidrata, la investigación muestra que eso tampoco es cierto. Aunque yo recomendé al agua como la mejor bebida para consumir, desde luego que no es la única fuente para hidratarse. No es necesario consumir bebidas para tener toda el agua que se necesita. Tampoco es necesario preocuparse tanto porque nunca se tenga sed. El cuerpo humano está finamente sintonizado para enviar la señal de beber mucho antes de que realmente se esté deshidratado.

Contrario a muchas historias que es posible oír, no existe ninguna prueba científica real de que beber agua extra tenga algún beneficio para la salud cuando se es una persona sana. Por ejemplo, los expertos no han encontrado que haya alguna evidencia de que beber más agua mantenga hidratada la piel y haga que se vea más saludable y libre de arrugas. Es cierto que algunos estudios han encontrado que una mayor ingesta de agua está asociada a mejores resultados, pero están sujetos a los problemas epidemiológicos usuales. Más aun, definieron al “alto” consumo de agua en muchísimo menos de ocho vasos.

De igual manera, los estudios no han encontrado beneficios en la función renal, ni en el riesgo de muerte, cuando las personas sanas incrementan la ingesta de líquidos. La verdadera deshidratación, cuando el organismo ha perdido una cantidad significativa de agua debido a una enfermedad, al ejercicio, a la sudoración excesiva o a la incapacidad para beber, es un problema grave.

Sin embargo, las personas que presentan deshidratación clínica casi siempre tienen algún tipo de síntomas.

Sin embargo, muchos anunciantes están tratando de convencer de lo contrario. Y eso ha generado un fenomenal y llamativo aumento de las ventas de agua embotellada.

Es posible que haya niños que necesiten estar mejor hidratados. Sin embargo, en algún momento, estamos en riesgo de calificar una condición sanitaria común como una enfermedad. Cuando, año tras año, se encuentra que dos tercios de los niños sanos tienen un valor de laboratorio al que se etiqueta de “anormal”, podría ser que es la definición y no su salud lo que está mal.

Nada de esto ha reducido el empuje de la marea para ingerir más agua. Incluso, ha sido parte de la campaña “Beber más” de Michelle Obama. En el 2013, Sam Kass, entonces un asesor en políticas nutricionales en la Casa Blanca, declaró que el 40% de los estadounidenses bebe menos de la mitad de la cantidad diaria recomendada de agua.

Pero lo cierto y real es que no existe una recomendación formal para una cantidad diaria del agua que necesitan las personas. Es evidente que la cantidad difiere por lo que comen las personas, por dónde viven, qué tan grandes son y lo que están haciendo. Sin embargo, ya que la gente en Estados Unidos vive más que nunca antes y se puede decir que ahora tiene mayor acceso a las bebidas que casi en cualquier otro momento de la historia de la humanidad, simplemente, no es cierto que todos estemos deshidratados.