Por Claire Martin / The New York Times

Los lentes que Don McPherson inventó estaban destinados a los cirujanos. Pero, por casualidad, encontró un uso totalmente diferente para ellos: un posible tratamiento para el daltonismo.

McPherson es un científico especializado en cristales y un ávido jugador de Ultimate Frisbee (un deporte de equipos que se juega con un disco volador). Descubrió que su invento, que debía proteger los ojos de los cirujanos de los rayos láser y ayudarlos a diferenciar el tejido humano, hacía que el mundo se viera en colores caramelo; incluido el campo de Frisbee en el que él jugaba.

En un torneo en Santa Cruz, California, en 2002, mientras estaba de pie en un campo salpicado de conos de señalización de color anaranjado, prestó un par de lentes a un amigo que resultó daltónico. “Dijo algo así como ‘Amigo, esto es asombroso’”, recuerda McPherson. “Comentó: ‘Veo los conos anaranjados. Nunca los había visto antes’”, agrega.

McPherson se sintió intrigado. No sabía mucho sobre el daltonismo, pero se sintió impulsado a determinar por qué los lentes generaban ese efecto. Continuó estudiando el daltonismo, afinando la tecnología de los lentes e inició una compañía llamada EnChroma que ahora vende anteojos para personas que son daltónicas.

Su empresa es una de las tantas que ha logrado insertar en el mercado inventos que nacieron de forma accidental.

Para aprender más sobre la visión del color y la factibilidad de crear filtros para corregir el daltonismo, McPherson solicitó una subvención de los Institutos Nacionales de Salud en 2005. Trabajó con científicos especializados, entre ellos, Andrew Schmeder. No eran los primeros en aventurarse en esta industria; la historia de los fabricantes de gafas que afirman mejorar el daltonismo es larga y está llena de controversia.

El daltonismo ocurre cuando las células en la retina que permiten al cerebro percibir el color son anormales. La deficiencia en la visión de color más común afecta a los tonos rojos o verdes, haciendo difícil distinguir esos colores; las anormalidades del tono azul también existen.

Se unieron a Tony Dykes, un director de desarrollo de negocios de una empresa emergente de tecnología, y fundaron EnChroma. En 2012 lanzaron los anteojos al público. Los empezaron a vender online a través del sitio web de la compañía por U$S 700. Pero se toparon con un gran problema. “No era un producto muy popular”, explica Dykes. Uno de los fracasos fue un enfoque mercadológico que enfatizaba la ciencia detrás de las gafas. “Eso no funciona para algo como el daltonismo, que es experimental”, agrega.

Convencer a la gente de probar algún producto nuevo es difícil. “No es sino hasta que los beneficios de una nueva tecnología son abrumadores que todos acuden a adquirir el nuevo dispositivo o servicio”, analiza Suleiman Kassicieh, profesor de Administración de la Tecnología en la Escuela Anderson de Administración de la Universidad de Nuevo México.

Estrategia

Los fundadores analizaron formas de reducir los costos mientras creaban un producto similar. Contrataron a un fabricante que fuera más eficiente en costos y también pudieron modificar la aplicación de los filtros para que los lentes pudieran ser usados en gafas de prescripción.

La compañía lanzó de nuevo los anteojos a un precio de entre U$S 330 y U$S 430. Pero un competidor, 2AI Labs, hace los lentes de sol 02Amp usando una tecnología diferente; el costo de sus gafas en Amazon va de los U$S277 a los U$S447.

EnChorma aún estaba pasando apuros para resolver su dilema de mercadotecnia cuando ocurrió otro hecho fortuito: una compañía de pinturas quería financiar una campaña publicitaria que presentara los anteojos. La idea era mostrarles los colores por primera vez a los daltónicos. Con ese fin se hicieron videos de usuarios de EnChorma usando los lentes por primera vez mientras veían atardeceres, obras de arte llenas de color y, por supuesto, muestras de pintura.

La campaña publicitaria incrementó las ventas y produjo una tendencia: los nuevos clientes empezaron a filmar y compartir sus experiencias online. La empresa los incentivó a hacerlo.

Lágrimas de emoción

Bob Balcom, de 60 años, es un maestro de Ciencias retirado y especialista en relaciones laborales en Nueva York. Subió su primer video a YouTube en marzo. Filmado por su esposa, lo muestra poniéndose las gafas sobre sus propios lentes y mirando al cielo en silencio por varios segundos. “El cielo azul es más profundo de lo que nunca había visto”, dice. “Me recuerda a Colorado. Y los pinos, son tan verdes...”, agrega. Las lágrimas corren por sus mejillas.

Dykes estima que las ventas de la compañía este año serán de varios millones de dólares este año.

Advertencia

Jay Neitz, un científico especializado en visión y profesor de oftalmología en la Universidad de Washington, sostiene que estos anteojos no se basan en ciencia sólida. “Las personas que no pueden ver el verde y el rojo son fácilmente victimizadas, al igual que muchos otros ejemplos de individuos con problemas incurables”, escribe en un correo electrónico, y añade que estos lentes “no pueden curar el daltonismo o hacer mucho por ayudar a las personas daltónicas excepto bajo algunas circunstancias especiales”.

Dykes responde que sus gafas no están destinadas a ser una cura, del mismo modo que los lentes de lectura no curan la vista cansada. También reconoce que no funcionan para todo tipo de daltonismo y dice que la compañía tiene una política de devolución de 30 días por esa razón. “Funciona en ciertos casos y no en otros”, admite. “No es una cura mágica o un engaño”, agrega.