La llegada de un nuevo gobierno abre expectativas para todos los ciudadanos y despliega desafíos a quien vaya a conducir la provincia en los próximos cuatro años. Los últimos tiempos, las propuestas y los planteos que dejaron la campaña han abierto un abanico de necesidades y preocupaciones que se convierten en un pedido específico al próximo gobernador.

La experiencia electoral de ayer plantea que hay que cambiar la forma de elegir en esta provincia. El desorden y las demoras en las escuelas y la confusión en el cuarto oscuro exigen que se modifique el sistema. Desde hace muchos años las prebendas han perforado la dignidad de los electores. Debe ser una obligación del nuevo mandatario crear las instituciones necesarias para que el sufragio se haga en un espacio de mayor libertad.

En todo gobierno las obras se convierten en el sello final de la gestión. Terminan siendo la cédula de identidad de ese gobernador. En la última década se han priorizado las obras de corto plazo, tal vez sea el momento en que el proyecto incluya proyectos de envergadura.

Es imprescindible que el próximo gobernador ponga en su agenda las cuestiones referidas al narcotráfico y al consumo de droga. Cada uno de los postulantes a ocupar el cargo han advertido que este flagelo es una deuda pendiente que tiene Tucumán. No puede soslayarse este problema. La droga es sinónimo de muerte y una sociedad se construye con valores de vida.

Es indiscutible que una definición casi tautológica de los fondos públicos es que se trata de dineros de los ciudadanos. Una discusión que se ha repetido es el desconocimiento del manejo del erario. Ha habido circunstancias en las que los propios legisladores se han negado a mostrar esos datos a la prensa. Por ello es bueno augurar que en la próxima gestión se extremen los esfuerzos para que la transparencia en el manejo de los dineros públicos sea una costumbre y no una excepción.

La industria azucarera atraviesa una crisis profunda, similar a la de hace cuatro décadas, que terminó con 16 fábricas cerradas, miles de empleos perdidos y cientos de familias emigrando a otras provincias. Es la industria madre de Tucumán, que hoy camina desordenada y sin rumbo. Su reconversión, su ordenamiento y la preocupación por encauzar las exportaciones deben ser preocupaciones del próximo gobierno. Alrededor de 60.000 puestos laborales, directos e indirectos, dependen de que sea una prioridad la recuperación de esta industria. Algo similar ocurre con la citricultura, que se erigió como la segunda actividad económica provincial y hoy sufre por los malos precios, las trabas a las exportaciones y el robo de fruta en las fincas. Son producciones -como otras- que precisan una atención especial. Estas actividades productivas como otras suelen padecer por el estado de los caminos. La mejora de esos accesos lleva implícito un claro fortalecimiento de la producción.

La construcción de una Justicia independiente es fundamental para una sociedad. El próximo gobernador debería arbitrar todos los medios para que el Poder Judicial pueda actuar en absoluta libertad. Algo parecido ocurre en la relación de la Provincia con la Nación.

Los tópicos descriptos no son otra cosa que preocupaciones que candidatos y ciudadanos han venido señalando como necesarias. Escucharlas puede ser una ayuda para el éxito de la próxima gestión.