“¡Está sacando fotos! ¿Quién es usted? ¿Por qué saca fotos?”. La inquietud de la fiscal del Frente para la Victoria Ana María Colacioppo me puso contra las cuerdas. Había sacado una foto desde afuera del cuarto oscuro de la mesa 1.717 cuando la veedora judicial Sonia Elchaed había entrado con unos 20 fiscales a chequear si faltaban boletas. “¿Quién es usted? ¿Por qué saca fotos? ¡Identifíquese!”, dijo la veedora. Hizo llamar a dos gendarmes y el jefe de ellos, Roberto Guerrero, preguntó por qué había sacado imágenes del cuarto oscuro. “Porque estaba abierto y lleno de gente. Eso muestra la foto”, le respondí. “¡Bórrela!”, ordenó.

La veedora, muy rigurosa e irritable, llamó al juez Raúl Fermoselle pero este no atendía el teléfono. “¡Que llamen a Miguel Saracho!”, dijo. Se comunicó con alguien, preguntó qué debía hacer, entregó mis documentos al gendarme y decidió labrar un acta en la que hacía constar que había sacado fotos en el cuarto oscuro durante el acto eleccionario. Buscó como testigo a la fiscal Colacioppo y pidió los datos del teléfono celular. Por suerte decidió no secuestrarlo. Me pintó los dedos para estampar la impresión digital junto a la firma -”por si acaso no se reconoce esa firma”, dijo-.

Otro periodista y un fotógrafo de LA GACETA presenciaban el operativo. Uno hablaba con una abogada para testear qué hacer si las cosas pasaban a mayores. “¿Sacó fotos? ¡Uhh! ¿Por qué ha hecho eso?, decía la abogada del otro lado del teléfono. Alrededor, la gente presenciaba el incidente que le dio sabor a la larga cola para votar. “¿Cómo va a sacar fotos? Está bien que sea de LA GACETA, pero no puede sacar fotos. ¿Cómo no me saca una foto a mí?”, dijo una fiscal de la mesa 1.717. Concluida el acta, la veedora, más tranquila, accedió a hablar de los incidentes que debía resolver por la desaparición de boletas, que habían dado lugar al incidente fotográfico. Pero terminó abruptamente la entrevista cuando le pregunté: “¿le puedo sacar una foto?”. No quiso.