Muy lindo gesto ese de Estudiantes de formar pasillo para recibir al campeón de América, pero no tanto ese otro de bajarlo de la nube e impedirle recuperar algo de terreno entre los de arriba.

De 1-0 a 1-2 en ese ratito fatal del segundo tiempo, cuando se le fue de las manos un partido que dominaba a voluntad, y que había empezado ganando con una joya: Matías Kranevitter levantó la vista y buscó con un centro bombeado a “Lucho” González, que la domó con la derecha y la incrustó con la izquierda en el palo más lejano de Hilario Navarro. Go-la-zo.

“Krane” operó el centro de distribución “millonario”, siempre atento a las subidas de Viudez, de Martínez y de Alario, arriesgando cuando convenía y tocando corto cuando no. El problema del equipo de Marcelo Gallardo fue que no certificó su momento en el tablero. Martínez se perdió una clarísima bajo el arco tras un slalom de Alario, y dejó el resultado abierto, algo que River terminaría lamentando.

No había hecho nada el “pincha”, cuando el bloque ofensivo se mandó un tiki tiki de novela que Ezequiel Cerutti definió por encima de Barovero. Inmerecido, pero golazo.

Minutos después, Jonatan Maidana bajó a Gil Romero cuando se iba solo, pero el árbitro Abal le perdonó la vida. Era roja, pero fue amarilla.

De todos modos, el local le haría pagar a River su falta de estocada con un centro de pelota parada que Sebastián Domínguez conectó en el punto penal: 2-1. Para entonces, River ya ni se parecía al del principio.

Gol de L. González



Gol de Cerruti



Gol de Dominguez