Los votantes que concurrieron ayer a la escuela Ramón Araujo (Villa 9 de Julio) debieron esperar casi dos horas hasta que se habilitaron las mesas donde debían sufragar. Veedores de la Junta Electoral Provincial (JEP) dijeron que la demora fue ocasionada porque la directora de la escuela no asistió al establecimiento. Esto, según dijeron, causó una desorganización en el armado y en la distribución de las mesas.

En este sentido, la secretaria General de la Gobernación, Carolina Vargas Aignasse, agregó que también se registraron demoras porque no se había dispuesto un cuarto oscuro para que votaran personas con discapacidades motrices. La funcionaria añadió que concurrió a la escuela, ubicada en Warnes al 500, porque se encuentra situada dentro del circuito electoral de donde ella es referente política.

En esta escuela también se presentaron denuncias sobre la presencia de punteros con armas de fuego, que habrían amenazado a los votantes. Pero esas versiones fueron desmentidas por la guardia de Gendarmería que custodiaba el establecimiento. Sin embargo, estos reconocieron que tuvieron que pedir la colaboración de un grupo de Infantería de la Policía de Tucumán porque, debido a las demoras, se habían generado fuertes disturbios dentro del edificio. También desmintieron que una urna hubiera sido colocada en un baño, tal como se había rumoreado.

La colaboración entre la Policía y Gendarmería, según confirmaron fuentes oficiales, se repitió en toda la provincia. Ambas fuerzas colaboraron entre sí para custodiar el interior de las escuelas debido a que, en algunos casos, las guardias de Gendarmería (cuatro gendarmes) resultaban insuficientes.

Las inmediaciones de la escuela Ramón Araujo estaban pobladas por punteros políticos, que organizaban la entrega de bolsones a menos de tres cuadras del establecimiento. Esta movilización también se notaba en el embotellamiento causado por los autos alquilados por distintos candidatos que hacían lento el acceso a la escuela.

Elevado promedio de fiscales.- Los votantes que sufragaron en las escuelas ubicadas dentro de las cuatro avenidas se encontraron ayer con urnas rodeadas por fiscales. Debido al elevado número de candidatos que se presentaron para acceder a un cargo legislativo hubo, en promedio, 20 fiscales por mesa aunque en algunos casos ese número llegó a 29.

Embotellamiento.- La movilización de vehículos para transportar votantes suele ser común en los barrios de los alrededores de la ciudad, pero ayer ese aparato partidario también se reflejó en el Colegio Nacional y en la Escuela Técnica N°3 donde los vehículos alquilados entorpecieron el tránsito en las calles aledañas de ambos establecimientos.

Denuncias cruzadas.- En la escuela Obispo Molina, ubicada en Crisóstomo Alvarez al 300, fiscales oficialistas y de la oposición se acusaron entre sí por la destrucción y el robo de boletas. Pero los veedores de la Junta Electoral Provincial que fueron consultados por este diario dijeron que, a pesar de los reclamos, no corroboraron que hubieran sucedido tales irregularidades.

Voto en mano.- El aluvión de boletas que poblaron los cuartos oscuros repercutió en el comportamiento de los votantes quienes reconocieron que llevaron el voto de la facción que pensaban apoyar para evitar contratiempos.

Marea en el cuarto oscuro.- Las fiscalizaciones en los cuartos oscuros provocaron roces entre los fiscales quienes, apenas las autoridades de mesa abrían la puerta, se avalanzaban para revisar que estuvieran todas las boletas. Esa imagen se repitió en todas las escuelas

Tortillas, mate y café.- Los partidos políticos no sólo desplegaron un elevado número de fiscales. Junto con ellos había un importante número de militantes que se ocupaban de acercarles tortillas, mates o café para que no les faltara nada mientras fiscalizaban las mesas.

Cortes de calles.- Para evitar que vehículos alquilados se acercaran a las escuelas la Policía decidió cortar las calles hasta unos 200 metros antes de llegar a los establecimientos. A pesar de esto se vieron varios vehículos señalizados con sus respectivas facciones políticas estacionados a pocos metros de los establecimientos educativos.