Al gran ausente le dijeron fugitivo, lo chicanearon, y a cada rato se puso en evidencia el “faltazo”. Juan Manzur no estuvo, pero estuvo. Su ausencia fue agigantada por la visibilidad de los seis candidatos que sí aceptaron el debate, un gesto de respeto a la democracia y a los ciudadanos. Paradójico, pero el gran ausente fue el más presente. A diferencia del resto que expuso sus ideas, no ganó puntos por esconder las suyas. Posiblemente haya perdido unos cuantos sufragios por desencantar a algún votante. En consideración de los “cerebros” de la jugada, esa pérdida no es la suficiente como para poner en riesgo una elección que consideran ganada por 14 puntos. ¿Habrán evaluado el peso electoral de la ausencia? Posiblemente no, y es probable que más tarde venga el arrepentimiento. Manzur pensó en sí mismo, no en su amigo Yedlin -por ejemplo-, tal vez el más perjudicado por la invisibilidad buscada. ¿Jugada estratégica para no sufrir el escarnio verbal? El debate no lastima, no mata, por el contrario, enriquece, desarrolla, aporta al crecimiento y al bienestar general. A esa comunidad organizada que pregonaba Perón. El vecino de la Capital, donde la clase media es un tanto refractaria al alperovichismo, siguió el debate, hasta las redes sociales estallaron. Pero se minimizó el impacto negativo, pese a que los muestreos que manejan ambos lados -alperovichismo y oposición- dan cuenta de una leve ventaja para el candidato a intendente del Acuerdo para el Bicentenario. Empate técnico, arguyen desde la Casa de Gobierno abriendo la puerta de la confianza al triunfo. Puerta que entrecerró el vicegobernador con su declinación a debatir. ¿Es cuantificable? Imposible. Sin embargo, cualquier gesto que constituya una desconsideración a la institucionalidad, seguro, algún voto hará perder. El domingo se verá si la decisión fue acertada o no y si la ausencia no fue una mera anécdota de campaña. Cuando la sociedad está ávida de escuchar propuestas, de llegar a las urnas con un voto meditado, uno de los que más tiene reales chances de llegar a la gobernación, no dice qué hará si gana. Tuvo la oportunidad y dejó pasar la ocasión. Veremos si pagará algún costo. O si acertó.
Paradójico, el gran ausente fue el más presente
LA PREVIA. Justo antes de subir al escenario, Daniel Blanco y Gumersindo Parajón se ubicaron al costado de las butacas. El referente de Pueblo Unido dialogó animadamente con el industrial Jorge Rocchia Ferro.