No faltaron las propuestas, menos las chicanas. Pero hubo algo más, algo que no estuvo en el debate: los candidatos dijeron cómo creen que puede ser la ubicación que tendrán en los comicios. Lo hicieron antes de exponer ante una consulta de este columnista. Y todos se prestaron gentilmente. No es una muestra tradicional, no es anónima y su universo se redujo a ocho apellidos: Alfaro, Arréguez, Arroyo, Di Cola, Fiori; Vargas Aignasse, Viña y Yedlin.
Por respeto a su condescendencia, y porque toda votación es secreta, no divulgaré cómo ubicó cada uno desde el primero al último. Obvio, los del Frente para la Victoria, Acuerdo para el Bicentenario, Participación Ciudadana y Fuerza Republicana se instalaron en el lugar de privilegio. “Es inevitable”, dijo uno de ellos sonriendo al justificar su instalación en la primera posición. De los otros cuatro, tres también se ven primeros. Tal vez sea un exceso de optimismo, pero sincero. Lo curioso de esta rápida y poco científica encuesta estuvo en las posiciones en las que aparecieron Alfaro y Yedlin: siempre seguidos, uno detrás del otro, en las opciones de sus contrincantes.
Hubo paridad en ese aspecto. Entiéndase, no en el puesto uno-dos, sino en quién delante de quién desde el puesto uno al ocho. En ese marco hubo una llamativa igualdad, ya que cuatro creen que en la disputa Alfaro finalizará delante de Yedlin en la votación y otros cuatro estiman lo contrario, que el resultado mostrará al ministro de Salud delante del secretario de Gobierno municipal. Ergo, expusieron lo que la mayoría piensa que ocurrirá finalmente el domingo: que la disputa por el municipio se reducirá a ellos dos. Y apuntaron más: “se peleará voto a voto”, “pesará el aparato”, “la presencia de fiscales será importante”, “el escrutinio será lento”.
Es la mirada de los ocho aspirantes a intendente capitalino. No es una visión más, ya que manejan información que el ciudadano común no posee. Por ahora, en función de este ejercicio “consultivo” se diría que hay un empate técnico. Las urnas, seguro, lo romperán.