“Mi madre fue la primera de la familia en ingresar al Grupo Esperanza Viva de San José. Yo la seguí para acompañarla porque de los seis hermanos que somos, tres teníamos problemas de adicción. Ahí en el GEV aprendí a poner a Jesús en medio de las cosas, a aferrarme a Dios y a encontrar fortaleza en Él. Gracias a ella, mi madre, salí de este infierno”, cuenta emocionado Erik Damián Druger, un joven de 24 años que ya está listo para comenzar una nueva vida.

Ayer, al terminar la misa, monseñor Melitón Chávez entregó pergaminos de Embajadores de la Esperanza a tres jóvenes que después de un año de convivencia dejarán la Fazenda para reintegrarse a la sociedad. Allí estaban Damián, junto a su familia; Alejandro Roo, de Córdoba, y Matías Barreiro, de Formosa. Ahora ellos serán quienes lleven todos los principios aprendidos, de paz, fraternidad, bien y trabajo, ayuda mutua... a todos los lugares donde vayan. Carolina Ruiz, la mamá de Damián, que en incontables ocasiones lloró de desesperación frente a su hijo, hoy sólo tiene lágrimas de alegría. “Ahora es él el que tiene que ayudar a los demás”, dice sonriente.