Origen: EEUU, 2015. Dirección: Seth MacFarlane. CON: Mark Wahlberg, Seth MacFarlane (voz de Ted), Amanda Seyfried. Violencia: con escenas. Sexo: con escenas. Lo mejor: los títulos de apertura, a la usanza de las antiguas comedias musicales. Bizarro al máximo: la pelea en el ComiCon.

REGULAR

Nunca deja de sorprender la facilidad con la que Seth MacFarlane pasa de una broma brillante a otra definitivamente estúpida. Es una marca de fábrica con la que no le ha ido nada mal. Al contrario; “Padre de familia” está a la vista. El problema es que el chiste funciona en función de su originalidad y el de Ted quedó agotado en la primera película. La secuela es más de lo mismo: drogas y sexo, sexo y drogas. Y si vienen juntos en el combo, mucho mejor. MacFarlane en estado puro.

Ted es guarro y tierno a la vez. Ama a su esposa (Jessica Barth) pero se llevan a las patadas. La solución parece radicar en la paternidad, con el inconveniente de que Ted es un peluche de punta a punta. La donación de esperma queda descartada después de un par de aventuras escatológicas a más no poder, y la adopción choca con un inconveniente: Ted no es un ser humano. A litigar en Tribunales entonces.

Aparece en escena Amanda Seyfried, a la que Ted ve igualita a Gollum. Es la abogada fumona de la que John (Mark Wahlberg) se enamora al toque. Antes y después desfilan por la pantalla Jay Leno, Liam Neeson, Tom Brady (un Messi del fútbol americano), Jimmy Kimmel y Morgan Freeman, que se mueve frente al jurado como si fuera James Stewart, Divertido. Giovanni Ribisi es el villano con peluca y disfrazado de tortuga ninja. En fin.

El tono de “Ted 2” se reduce a esa monocorde sucesión de chistes de estudiantina entre el osito y John. Las alusiones a la cultura popular estadounidenses son infinitas y más de una ni siquiera es captada en los subtítulos. Para el espectador poco informado de los avatares del universo TMZ resultan incomprensibles.

Además de dirigir y de escribir, MacFarlane pone su voz al servicio de Ted, al que los malos de Hasbro (!) quieren despanzurrar para fabricar muchos más. Que alguien los detenga.