Juan Manzur llega a las 11.37. Reparte unos apretones de mano y se ubica en el último lugar de la fila, detrás de 17 personas. A esta hora, la mesa número 19 -en la que le ha tocado votar- es la más concurrida del colegio El Salvador, situado a dos cuadras de su casa, en el casco viejo de Yerba Buena. Ha traído consigo a dos de sus tres hijos, Samira, de 18 años, y el pequeño Elías, de seis.
A las 11.43, Manzur reta al pequeño Elías para que se quede quieto. “Ya está, papá, papá, papá”, le dice. Y ha tenido que repetirle el “papá” tres veces. Es que para cualquier chico de seis años, ha de ser difícil no aburrirse en un lugar como este. Pero Manzur se lo ha dicho despacito, casi en un susurro, pues todas las miradas alrededor están puestas en él. Y uno no se imagina a un vicegobernador y candidato a gobernador con cuestiones domésticas, como regañar su chiquillo para que se porte bien, ¿no?
A las 11.45, Manzur mete las manos en los bolsillos de su abrigo. Viste zapatos de cuero negro, un jeans y una campera de El Cardón, una marca de indumentaria tradicional. Hasta ahora, había tenido los brazos cruzados por delante, a la altura del pecho. Después se rasca la nuca. Sus hijos le dicen algo al oído y los tres ríen a carcajadas.
A las 11.49, sigue la espera. Manzur tiene 11 personas por delante. Cada tanto, levanta y baja las puntas de los pies, como un saltarín. Una mujer se acerca y le pide permiso para saludarlo. El le toma la cara con las dos manos, y la besa de cada lado. Cuando vuelve a la fila, parece sonrojado (algo extraño en los políticos, tan acostumbrados a estos estrujones).
A las 11.54, Samira le cuenta que van a comer fideos con pollo, que ha amasado su mamá.
A las 12.07, Manzur entra al cuarto oscuro. Al fin, después de media hora de espera. Sale exactamente un minuto después. Sonríe y habla con los periodistas, que han esperado también: “la gente está concurriendo masivamente a votar. Esto es una verdadera fiesta de la democracia. Desde mi punto de vista, se trata de una elección de suma trascendencia. Creo que habrá un correlato entre estos comicios y los provinciales que vendrán”.
Luego, Manzur cuenta que habló por teléfono con José “Pepe” Scioli (hermano del gobernador bonaerense y candidato presidencial Daniel Scioli), y que cruzaron información sobre cómo se estaban desarrollando las votaciones.
***
José Manuel Cano votó ayer por primera vez en la escuela Nueva Esperanza, ubicada en el barrio Oeste II. El radical llegó vestido con una campera roja, sonriente, acompañado por su equipo de trabajo en una trafic proporcionada por un asesor de su staff. “Cano gobernador”, señalaba la leyenda impresa en el vehículo. Muchos vecinos se sorprendieron por verlo allí, ya que Cano sufragaba desde hace años en la escuela República de Paraguay, de barrio Kennedy, cerca de donde reside el diputado nacional. El viernes a la noche, Cano “descubrió” que se le había asignado otro lugar de votación gracias a uno de sus hijos, que ingresó al sitio web www.padron.gob.ar y le avisó a su padre sobre la novedad.
Un grupo de vecinas se acerca al radical para saludarlo. “Buscamos su voto pero no lo encontramos, ¿qué pasó?”, preguntaron, preocupadas porque creían que había alguna “trampa”. Entonces, el radical Cano les explicó que estos comicios eran primarias nacionales, y que su postulación es a gobernador por el Acuerdo para el Bicentenario, elección provincial que se celebrará el domingo 23. “Nos quedamos tranquilas”, respondieron aliviadas las vecinas.
Cano recibe algunos llamados telefónicos, mientras camina por los pasillos de la escuela. Más temprano ya había hablado con los referentes del interior de la Unión Cívica Radical, que militaban por la postulación a senadora nacional de la “correligionaria” Silvia Elías de Pérez. Al llegar a la mesa que le corresponde se da con una grata sorpresa: no hay nadie más esperando para sufragar.
El diputado radical comete un error, y le entrega a la presidente de mesa su carnet de manejo. La joven, tras revisar la planilla y constatar la identidad del elector, le devuelve la tarjeta. “Disculpe, pero este no es un documento válido para votar”, le marca con amabilidad, pero tono firme. Cano, sonriendo, admite el error y extrae de la billetera su DNI en formato tarjeta. Entonces, sí, Cano recibió el sobre correspondiente, e ingresó al cuarto oscuro.
Cano sale del cuarto oscuro. Sonríe e introduce el sobre en la urna mientras los periodistas le toman fotografías y lo filman. Concede una rueda de prensa. “Alperovich no tiene autoridad moral para criticar a nadie”, señala. Luego, se marcha junto a su equipo, repasa algunos detalles y sigue camino hacia su casa. Tras el almuerzo, graba algunas entrevistas para programas de cable de Tucumán y, a continuación, sigue la jornada electoral desde su hogar.