Seguridad, dice Ramiro Juliá.

Seguridad, dice Laura Rodríguez.

Seguridad, dice Lucas Leguizamón.

Seguridad, dice Virginia Lobo.

Seguridad, dice Sabrina Montenegro.

Seguridad, dice Alejandra Plaza.

Seguridad, dice María Cristina Langella.

Los decidores son vecinos de Yerba Buena. Vecinos que sueñan con que su pedazo de mundo los contenga. Con dejarles un buen lugar a sus hijos. Pero en vez, tienen miedo. Miran de reojo cada vez que salen a la calle. Y ponen alambres en los cercos de sus casas. La carencia de tranquilidad parece ser mayoritaria entre los habitantes del municipio recostado en la montaña. De modo que el nuevo intendente -cuyo nombre se conocerá el 23 de agosto, cuando se celebren las elecciones generales- deberá ocuparse de que sus gobernados se sientan a salvo.

Los ciudadanos también imploran (esa parece ser la palabra más adecuada) para que cuando abran la canilla en verano les salga agua. Y para que el basurero pase todos los días por sus barrios. Eso se desprende de una consulta realizada por este diario, en la que cada entrevistado ha respondido a la siguiente pregunta: ¿qué le pide a su próximo intendente, como primera medida de gobierno?

“Lo urgente es la seguridad y el agua”, reitera Ramiro Juliá, un residente de El Corte. Laura Rodríguez también reclama mejoras en el servicio de recolección de residuos. Alejandra Plaza cuenta que donde ella vive, los ladrones asaltan a las personas en sus casas y en las paradas de los colectivos. Mónica Ruesjas necesita agua y gas. Cristina Langella se pregunta cuándo van a levantar los residuos a diario. “Yerba Buena es un chiquero”, se apena Diego Flores. Virginia Lobo y Sabrina Montenegro quieren, además, que el nuevo jefe municipal ordene el tráfico.

Es que si otra cosa fastidia a los yerbabuenenses, es su tránsito. No hace falta ser un experto para darse cuenta de lo que pasa. Un distrito con un parque automotor que supera los 100.000 vehículos, con unas 670 licencias de taxis, con un centenar de colectivos, con déficit de infraestructura vial y sin semáforos requiere una intervención radical -dicen sus habitantes-.

En este punto, Natalia Lipovetzky pretende ciclovías. Fernanda Jiménez cree que el aspecto de las calles es vergonzoso (”o son de tierra o se encuentran en mal estado”). Facundo Risso Patrón opina que se requiere “personal competente” para reordenar la circulación vehicular.

Honradez política

La honestidad también se encolumna entre los deseos ciudadanos. Mientras algunos reducen el concepto de honradez a una cuestión dineraria (no meter la mano en la lata, no recibir sobornos o no colocar a los parientes en la administración pública), otros reclaman asimismo preparación adecuada y respeto hacia los ciudadanos.

Isabel Mirande -por ejemplo- quiere transparencia en el gasto público. Carmen Orellana es simple, pues sólo demanda honestidad. El pedido de Chris Matos hacia su futuro alcalde también es sencillo: “que no robe”. Entonces le toca contestar a Ciro Abraham. El exige criterio para ejecutar las obras. Orlando Corbalán quiere que el elegido cultive la humildad. Juan José Colombres pide previsibilidad. El arquitecto Julio Middagh contabiliza cuatro cuestiones prioritarias: planificación, actualización urbana, limpieza y semáforos.”Queremos un intendente que haga despegar a Yerba Buena”, añade Cris Peña.

En definitiva, la ciudad que su gente desea parece no ser una quimera; al contrario. El desafío es de todos. Porque pese a sus atascos y baches, quienes viven en Yerba Buena, en su mayoría, creen que han encontrado su lugar en el mundo. Solo hace falta cuidarlo.

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