Una parrilla repleta de asado ardía en una vereda de Villa 9 de Julio, el sábado al mediodía, cuando irrumpió la Policía. Al advertir la presencia de los uniformados, los dueños de la carne huyeron del lugar, abandonando el almuerzo.
El grupo de policías era numeroso: había personal de la Digedrop, del Grupo CERO y del Sistema de Emergencias 911. Habían llegado a la zona de Martín Behro y Luis Nougués con una orden de allanamiento firmada por el juez Federal Raúl Daniel Bejas.
Lo que intentaban desenmascarar los policías era un negocio familiar de venta de cocaína. Lo habían comenzado a investigar a fines del año pasado, cuando recibieron varias denuncias de padres de jóvenes adictos de Villa 9 de Julio. Todos ellos señalaban a un tal “Pepe”, como el dealer del barrio. De acuerdo con esas denuncias, esta persona actuaba con la complicidad de sus tres hijos (“Franquito”, “El Mono” y “Javito”) y de su compadre “Juanchi”. Además, mencionaban que todos ellos solían andar armados.
Los presuntos vendedores de estupefacientes se disponían a comer un asado cuando llegaron los policías e intentaron huir. Fuentes de la fuerza informaron que “Pepe” se paró rápidamente, arrojó un paquete con cocaína hacia la casa de un vecino y comenzó a correr. Idénticos movimientos realizó uno de sus hijos, “Javito”, quien se deshizo de un arma de fuego.
Pero ambos fueron alcanzados por los policías. Mientras los uniformados allanaban la vivienda, los chicos del barrio se apropiaron de la parrilla que había quedado abandonada en medio de la vereda y almorzaron el asado.
Adentro, los policías encontraron 500 “ravioles” de cocaína y 900 gramos más de esa misma droga. Además, secuestraron una “tumbera” y un revólver calibre 22, con 19 cartuchos, ocho celulares y la suma de $ 3.122.
Los cinco sospechosos (“Pepe”, su compadre y sus tres hijos) quedaron detenidos, a disposición de la Justicia Federal.