Suzanne Daley / The New York Times
MAROUSI, Grecia.- La actividad ha sido tan dinámica en la gigantesca tienda de electrodomésticos y artículos electrónicos Kotsovolos en este suburbio de clase media alta de Atenas que se podría pensar que había ofertas.
Pero, no. Son compras de pánico, dicen quienes trabajan aquí. Cada vez más preocupados por los mayores problemas económicos que se avecinan, y limitados en cuanto a la cantidad de efectivo que pueden retirar de los bancos, los griegos han estado usando sus tarjetas de débito para comprar hornos, refrigeradores, lavavajillas; cualquier cosa tangible que pueda conservar su valor en tiempos difíciles.
“Hemos vendido mucho”, dijo Despina Drisi, quien ha trabajado en la tienda por 12 años. “Incluso vendimos los modelos de exhibición. La gente ha estado tirando de mis mangas para llamar mi atención. Ahora estamos espaciando las cosas para cubrir los huecos en los estantes”.
Para el observador casual, el ajetreo de la vida cotidiana parece no haberse alterado aquí. Los griegos, muchos de los cuales cambiaron hace tiempo sus automóviles por motonetas más baratas, congestionan las calles en las horas pico en camino hacia o desde el trabajo. Los turistas llenan la Acrópolis. Los amigos se sientan en las cafeterías, buscando los lugares sombreados para eludir el calor. Pero, debajo de la superficie, los griegos están pasando apuros con un creciente temor, las extrañas ramificaciones de los bancos cerrados y el potencial cada vez mayor de cosas mucho peores. Algunos están viendo televisión y revisando sus smartphones constantemente. Otros se niegan a seguir lo que está ocurriendo en la discusiones sobre el alivio de la deuda. Pero, de cualquier manera, muchos están haciendo lo que pueden para protegerse financieramente, comprando electrodomésticos y joyería o incluso pagando anticipadamente sus impuestos para que se hayan hecho cargo de una obligación financiera si terminan perdiendo parte de sus ahorros en una quiebra bancaria, como sucedió a los depositantes en Chipre según un plan de rescate bancario ahí en 2013.
“Ser presas del pánico no llega a describir cómo se siente la gente”, dijo Antonis Mouzakis, un contador en Atenas. “Tengo a una enorme cantidad de clientes queriendo presentar sus declaraciones de impuestos para que se calculen y paguen sus impuestos instantáneamente antes de un posible recorte. Aun cuando los impuestos sean de entre 40.000 y 50.000 euros, los pagan en una exhibición”, señala.
Un joyero griego, George Papalexis, dijo que un cliente se le acercó queriendo comprar un millón de euros -U$S 1,1 millón– en mercancía. Pero Papalexis, el director operativo de Zolotas, dijo que se había negado porque se sentía más cómodo conservando las joyas que teniendo el dinero en los bancos griegos. “No puedo creer que ahí estuviera yo, rechazando una oferta de un millón de dólares”, dijo. “Pero tuve que rechazar la venta. Es una medida del riesgo que enfrentamos”.
Mouzakis dijo que muchas compañías también estaban tratando de saldar sus deudas rápidamente, pues no quieren adeudar dinero si sus depósitos se ven afectados en un acuerdo para rescatar a los bancos griegos. Otros no quieren aceptar pagos por la misma razón. Cuando los bancos en Chipre tuvieron que ser rescatados en 2013, los depositantes con más de 100.000 euros perdieron un 40% de su dinero. Pero los individuos también están haciendo lo que pueden para protegerse. En la noche, muchos de ellos recorren la ciudad en busca de cajeros automáticos que no hayan sido vaciados de efectivo. Otros están usando computadoras para dispersar el dinero en varias cuentas o transferirlo a familiares, reduciendo el total de cada cuenta.
Con los bancos cerrados, los griegos están limitados a retiros de 60 euros, o U$S 66, al día de cajeros y no pueden hacer transacciones internacionales, factores que ya han causado estragos en algunas empresas.
La subasta en el mercado de pescado del centro de la ciudad, donde el efectivo es obligatorio, apenas tuvo concurrencia recientemente. Pero hay también problemas más mundanos. Los cajeros automáticos dan solo billetes de 20 y 50 euros, y parece que se les están agotando los de 20. Las tiendas están teniendo problemas para encontrar cambio.
Algunas empresas han iniciado otra ronda de despidos. “Mi jefe vino y dijo: ‘todos vamos a morir’”, dijo una joven que trabaja para una pequeña agencia de viajes en Atenas. “Nos reunió a todos, realmente, para decirnos eso”. Luego redujo su horario laboral a dos días a la semana y añadió que su jefe “era presa del pánico”. La agencia no había podido emitir boletos porque los agentes de viajes griegos han sido bloqueados en el sistema de boletaje mundial.
Los boticarios empezaron a sentir el efecto casi inmediatamente cuando cerraron los bancos, porque la mayoría de los medicamentos son importados y no tuvieron manera de pagarlos.
Un contratista en una compañía energética griega, quien habló a condición del anonimato, dijo que su empresa había pagado todos sus impuestos del año para reducir los fondos que pudieran estar sujetos a un impuesto sobre depósitos. “Incluso estoy pensando comprar un auto, aunque no lo necesito, para reducir mi saldo de efectivo”, dijo. “La gente quiere su dinero en activos físicos, no en el banco”.