Atlético viajó por negocios a Campana. Y en la tierra de gigantes siderúrgicos como Techint y Tenaris Siderca se llevó una victoria que cotiza a futuro: volvió a ganar de visitante después de 13 fechas, un 2-1 sobre Villa Dálmine para no perderle el paso al líder Patronato y achicar la brecha con el ahora titubeante Santamarina.
El “decano” contó con un “mediador” que le facilitó los dividendos que vino a buscar. De apellido Grecco, cabeceó un centro de “Pulguita” por encima de su propio arquero y rompió el cero a los 72’. A su falta de claridad propia para definir, el “decano” encontró la salvación en una cabeza ajena. Allí se abrió un camino que parecía cerrado, y que terminó de pavimentar el “Pulga” Rodríguez a tres del final. Después llegó el golazo de descuento de Soriano, segundos antes del pitazo final de “Panchito” Lamolina.
Antes de la “lluvia” de goles en los últimos 20 minutos, había discurrido un partido chato, con el cero bien puesto, aunque con mejor semblante para Atlético.
El primer tiempo fue tan frío como el clima. De arranque, Atlético amagó con ponerle calor: salió a buscar decidido, con el fuego de su fútbol atizado por la victoria de Patronato en San Luis y la necesidad de no perderle pisada. En esos 10’ iniciales, funcionaron a pleno las pequeñas sociedades, por derecha (Acosta y Molina) e izquierda (Romat y González).
El “viola”, desteñido en el contraste de nombres con el “decano”, niveló el trámite casi con el único argumento de su amor propio, en una primera etapa en la que Atlético dominó el balón, tuvo la más clara con Díaz e hizo figura a González, inquieto y desequilibrante por su banda.
En el complemento sí que pasaron muchas cosas. Porque Dálmine desnudó las fragilidades defensivas del “decano” en un par de contras. Y Atlético siguió yendo y yendo. Y llegó el autogol de Grecco. Y los hombres de Azconzábal se volvieron a Tucumán, por fin, con los maletines llenos, desbordantes de bonos pagaderos a fin de año. Un negoción que le dicen.