BRASILIA.- La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, evaluaron la crisis política del país, agravada tras el allanamiento a la mansión del ex mandatario Fernando Collor de Mello, efectuado el lunes por la Policía Federal por su relación con el escándalo de corrupción en la empresa estatal Petrobras. “Prepárense porque las cosas van a empeorar”, planteó Lula durante un almuerzo con la mandataria en la residencia presidencial en Brasilia al referirse al rastrillaje de la vivienda de Collor de Mello, hoy senador.

El operativo policial que allanó el domicilio y las oficinas de Collor y de otros dos senadores fue ordenado por el Supremo Tribunal Federal en el marco del proceso por corrupción en Petrobras conocido como “Petrolao”. Para Lula, principal consejero de Rousseff, es seguro que el clima político se agravará y esto traerá más dolores de cabeza al gobierno. Esto se debe a que Collor cuenta con el respaldo de los líderes del Senado, Renán Calheiros, y de Diputados, Eduardo Cunha, también sospechados de corrupción e investigados por el Supremo Tribunal y que hasta ahora han impedido que los reclamos de legisladores opositores embistan de lleno a la Presidenta. La lealtad de Calheiros y Cunha -ambos del PMDB, principal aliado del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Rousseff- con Collor quedó demostrada cuando hubo comentarios discretos de parte de ellos anunciando una rebelión parlamentaria.

Según el diario “O Estado de Sao Paulo”, la preocupación radica en que los parlamentarios sospechados de corrupción redoblen su sabotaje al gobierno haciendo más comprometida la situación de Rousseff, cuyo nivel de popularidad es de apenas 9 %, según las últimas encuestas. En esa línea, la mandataria remarcó que Brasil está pasando por una fase de “dificultad económica”, pero “volverá a crecer y crear puestos de trabajo. Los fundamentos son sólidos para volver al crecimiento. Hay gente que en los momentos difíciles bajan los brazos. No somos de ese tipo”. (Télam)