No siempre los penales se transforman en un disparo para el lado de la justicia. Sobran los ejemplos. Pero una derrota a manos de Colombia por esa vía hubiera representado un crimen de lesa futbolidad. Y eso que el fatalismo sobrevoló cuando Biglia y Rojo apuntaron -respectivamente- a los carteles y a la tribuna en plena definición, cuando la semifinal aguardaba ahí, en la palma de la mano. Así que Tevez puso las cosas en su lugar por medio de un estricto acto de redención, a cuatro años de la noche negra de Santa Fe. Tevez tiró con la fe de los convencidos.
Difícil explicar por qué la cuestión se resolvió por penales. El 0 a 0 revista en la categoría de lo insólito, tanto como la diferencia establecida en la cancha. Que Colombia venía a los barquinazos saltaba a la vista, pero ¿cómo imaginar que apenas sería capaz de rematar al arco una vez? Fue un cabezazo a los 22’ del complemento, a la salida de un córner, una ensaimada para Romero. Nada más. No se comprobaron en Viña del Mar las equivalencias propias de los cuartos de final de una Copa América. Horrible Colombia, desde todo punto de vista. Y a fin de cuentas, pudo haberles sacado el jugo a los penales. Esa clase de cosas pasan.
Abrumador fue el dominio argentino. Absoluto, de punta a punta, sin aflojar en lo físico, lo que espantó uno de los fantasmas que habían asustado durante la primera fase. Esas mermas en el rendimiento capaces de revivir a cualquier zombi. La Jamaica de las selfies, por ejemplo. La marca sobre la salidad colombiana, pura asfixia en la mitad de la cancha, hizo de adversarios reconocidos por el buen pie una gavilla de improvisados. Ahí estuvo la clave, en la presión coordinada y efectiva, por el medio y a lo largo de los laterales. La pelota fue patrimonio de la Selección. Colombia hizo sombra, incansable y obediente. Y eso que Pekerman sacó a Teo antes de la media hora, desesperado por hacer pie. Y nada.
Lo llamativo a esta altura de la Copa es la falta de gol que exhibe un equipo dotado con los artilleros más picantes y cebados de Europa. Sí, lo de Ospina fue monumental. Sacó dos pelotas imposibles, esas que sólo alcanzaba el “Pato” Fillol cuando lo fusilaban con la querida Pintier. No hubo manera de vulnerar a Ospina y eso desnuda la carencia de una Selección que anoche hizo casi todo muy bien. La contundencia es el último ladrillo cuando se edifica el muro de una victoria y Argentina no la tuvo, hasta el momento, en tierras chilenas. Atención.
La dupla Garay-Otamendi es un activo que Martino cuida y potencia. Buenos centrales, equilibrados con el Zabaleta rendidor de siempre y el Rojo que todos conocemos. La otra dupla, Mascherano-Biglia, sintonizó movimientos precisos y fagocitó a los volantes colombianos. Una lástima: Mascherano saldrá tocado por una amarilla a jugar la semifinal del martes. Y si es Brasil...
El primer tiempo de Pastore fue una caricia para sus admiradores; el segundo, un guiño a sus detractores. Después lo reemplazó Banega, que juega de Pastore en Sevilla. Pastore es así: tómenlo o déjenlo. Martino lo tomó y esa decisión estructura el discurso de su ideario futbolero: posesión, toque, verticalidad, cabeza fría, precisión. Atributos que el equipo alcanzó en varios pasajes ayer.
Di María sigue cabalgando por la izquierda, sin decidirse a regalar su mejor versión. Es un himno a la voluntad y al optimismo, por más que la melodía se raye y la pelota se le enrede en los pies justo en el borde del área, cuando Agüero está listo.
Entonces Messi arranca, gambetea, limpia el terreno, aguanta las patadas que un árbitro pésimo deja pasar como si nada y, a punto de festejar, se topa con un arquero en estado de gracia.
Truco y quiero retruco en las tribunas del Sausalito
Hinchas colombianos se burlaron de los argentinos con el histórico 5-0 que le propinó su seleccionado en el estadio Monumental, en 1993, por las Eliminatorias Sudamericanas al Mundial de Estados Unidos 1994. Los argentinos les contestaron con el cántico de “hijos nuestros” por el historial a favor de la Selección y anticiparon con un cruce de semifinales ante Brasil.
Entradas de hasta U$S 1.000 para el partido
Los colombianos no pensaban clasificar como uno de los mejores terceros y tener que viajar a Viña del Mar para el partido de cuartos de final. En consecuencia, los hinchas “cafeteros” tuvieron que apelar a una reventa para ver a su equipo y se llegó a pedir mil dólares para un boleto.
El doctor dijo presente en Viña del Mar
El ex entrenador del seleccionado argentino y campeón del Mundo en México 1986, Carlos Bilardo, fue invitado para este partido y se hizo presente en el Sausalito, al igual que lo hizo en La Serena, en los partidos de fase de grupos.
Pautasso y una reacción desagradable
Jorge Pautasso, ayudante de campo de Gerardo Martino, protagonizó una pelea verbal contra integrantes del cuerpo técnico colombiano luego de que fuera expulsado por el árbitro mexicano. Señalando a varias personas y visiblemente alterado, Pautasso tuvo que ser retirado a la fuerza por sus compañeros. El técnico argentino había sido expulsado en el partido ante Uruguay.
El último partido para este estadio
La sede Viña del Mar y el estadio Sausalito se despidieron con el partido Argentina-Colombia de ayer, tras albergar tres compromisos del certamen continetal: dos por fase de grupos (México-Bolivia y Argentina-Jamaica) y uno por cuartos de final (Argentina-Colombia).