Al amor y al odio se los ve como emociones contrapuestas, pero en realidad ambos se anudan en el origen de cada ser humano desde sus primeros meses y lo acompañan a lo largo de la vida. Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, explicó que el bebé a los 7 u 8 meses ve a su madre como un "otro" separado de él, diferente. "Lo primero que siente es temor, hostilidad, desconfianza, odio. Como depende por su indefensión de ese otro para poder satisfacer sus necesidades de alimento, protección y palabra, ama a su madre. El odio y el amor nacen casi juntos, pero prevalece el amor", señaló el psicoanalista José Azar. Hoy a las 21 ofrecerá una charla titulada "Historias de amor y odio" en Crisóstomo Alvarez 620, sede del Grupo de Psicoanálisis Tucumán. Estará abierta a todo público de manera gratuita.
El sentirse amado y poder amar le permite al niño que no prime el sentimiento del odio sino el del amor. Así puede transitar por la vida. En cambio, cuando lo que prima es el odio, su vida va a transcurrir regida por él. "No va a ir por la carretera principal de la vida, sino por los márgenes: el racismo, el rechazo a la diferencia, al otro visto como extranjero, y hasta puede llegar a la paranoia", agregó Azar.
Además, aclaró que el amor que surge en esa relación inicial está ligado a la aparición de la palbra. "Por amor se lo llama al otro. La palabra aparece como expresión de amor -dijo-. El amor necesita de palabras para expresar eso que nunca es totalm pasible de ser expresado. Ante la ausencia, se llama al ser amado. Por otra parte, el amor está ligado a lo que más horroriza al ser de la palabra: la muerte. No podemos desligar la aparición del amor de la muerte y, a la vez, de la religión y del trabajo. Todo esto trato de simplificar o de mostrar en cuatro historias de encuentros y desencuentros".
En la charla de Azar se incluirán dos historias míticas: la de Adán y Eva, y la de Orfeo y Eurídice. En la primera se metaforiza la aparición del amor en relación al otro sexo. Cuando Eva trasgrede la ley del padre, Adán la odia, porque le está mostrando que es diferente. La ama por semejanza y su belleza, pero a la vez la odia porque le muestra la muerte: lo llevó a perder la eternidad. "Uno se anuda al no sólo odiar sino también amar y gozar de la diferencia -definió Azar-. Es un desenlace anudado, porque se pudo anudar el amor y el odio".
La desconfianza de Orfeo
Por el contrario, una historia "desanudada" es la de Orfeo y Eurídice. Ante la muerte de su bella esposa, Orfeo decide ir a buscarla al Hades, la tierra de los muertos. Las divinidades subterráneas aceptan que se la lleve, pero debe prometer que no intentará ver a su esposa hasta que la haya llevado a la luz del sol. Según lo convenido, Eurídice seguía a Orfeo en el camino hacia la luz, pero a poco de llegar, él dudó de que ella le seguía y se volvió para mirarla. Entonces Eurídice fue arrastrada otra vez hacia el Hades.
"Aquí, amor y odio no logran anudarse porque él se queda narcisísticamente prendado de su propia voz y no la escucha a ella. Es el reclamo que hacen todas las mujeres desde siempre a los hombres. Que no son escuchadas. El no confía en ella, por eso la pierde", explicó el psicoanalista.
La tercera historia es la novela Mediancohe de amor, de Michelle Tournier. Presenta a una pareja que, tras varios años de felicidad, han dejado de entenderse y deciden separarse. Invitan a sus amigos a una velada en su casa para comunicarles la triste noticia. Durante una noche entera, delante de una mesa repleta de manjares, los invitados y los comensales narran cada uno un cuento o una historia que supere a la anterior en fuerza y belleza. Estos relatos cambiarán las relaciones de pareja.
La cuarta es la historia de un psicoanálisis. "La nueva historia de amor que inventa Freud al escuchar a sus histéricas. Crea una nueva historia de amor que es el amor de transferencia, donde se escuchan los viejos odios y amores y se los manda a su lugar de origen -resumió Azar-. La escucha del analista, su deseo, envía cada cosa a su lugar de origen. A aquel que escucha se lo ama. Freud inventó una cura por el amor. Por el amor nos enfermamos y por el amor nos curamos. La mala visión de las palabras nos enfermó y, al poder cambiar esa visión, logramos la cura. Freud dice 'se debe comenzar a amar para no caer enfermo y se ha de caer enfermo si a consecuencia de las frustraciones no se puede amar'".