La tarde del 23 de junio de 1968 se volvió trágica apenas unos minutos después del pitazo final. El aburrido 0-0 entre River y Boca, sumado a las bajas temperaturas terminó por expulsar del Monumental a los miles de espectadores que presenciaron el clásico. Pero algo falló en el operativo y la puerta 12 se convirtió en la tumba de 71 hinchas "Xeneizes". Sin culpables ni detenidos, hoy se cumplen 47 años de la mayor tragedia del fútbol argentino.

Durante el partido, correspondiente a la fecha 17 del Metropolitano, los simpatizantes de Boca se instalaron en la tribuna a espaldas de la avenida Figueroa Alcorta y, una vez concluido, abandonarían el estadio por la puerta "12". Sin que se pudieran establecer las causas, cientos quedaron atascados entre el fin de la escalera y el portón. Se tejieron muchas hipótesis, pero nunca la Justicia determinó los motivos que desencadenaron la avalancha mortal. 

Decenas de cuerpos quedaron apilados, muertos por asfixia y golpes. Hubo más de 60 heridos y, según cuentan crónicas de la época, la mayoría de los que sobrevivieron lo hicieron por sus características físicas. "En un principio era una avalancha normal, pero después se acrecentó. Iba por el aire, sin tocar el piso. Algo empezó a salir mal. La avalancha se detuvo. Cada vez estaba más apretado. Había gritos de pánico, de mucho miedo. La gente que estaba abajo quería subir. Estábamos uno arriba de otro bajo una terrible presión que no dejaba respirar. Me caí y después me desmayé. ¿Cuál fue el motivo de la tragedia? Nunca lo conocí. Yo me salvé de milagro. Quizá gracias a la gente que me ayudó porque era el más joven de todos y porque la avalancha se detuvo cuando yo estaba en un recodo de la escalera. Apenas tenía 14 años. Nunca más fui a ver a Boca", recordó Miguel Durrieu a Clarín.com.

Con la dictadura de Juan Carlos Onganía en el poder, la violencia policial se sentía en las calles, universidades y estadios de fúbol. Algunos sostienen que en un enfrentamiento previo entre hinchas y oficiales se encendió la mecha. Otros señalan que las puertas estaban cerradas e incluso se hablón de molinetes sin retirar. Lo cierto es que todas las investigaciones sobre lo sucedido esa tarde de domingo fueron cerradas y nadie resultó culpable. 

En una primera instancia, el juez Oscar Hermello dictó prisión preventiva para dos empleados del club "Millonario", pero a fines de noviembre (cinco meses después), "la sala VI de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, integrada por Raúl Munilla Lacasa, Jorge Quiroga y Ventura Esteves, sobreseyó definitivamente a ambos imputados y les levantó el embargo. Los tres camaristas consideraron que las pruebas demostraban que, antes de haber terminado el partido, todos los obstáculos habían sido removidos", detalló un extenso informe del diario Clarín.com, en 2000. 

Entre River y los clubes que integraban la Asociación del Fútbol Argentino armaron un fondo y al cierre de la temporada le ofrecieron apróximadamente 1.000 dólares a los familiares de cada una de las víctimas. A cambio debían renunciar a toda medida judicial en contra del club de Núñez. Sólo dos continuaron con los reclamos y terminaron cobrando 50.000 dólares más. 

Desde hace siete años, una placa recuerda en el Monumental a las víctimas de la trágica puerta "12", que poco tiempo después comenzó a llamarse "L". A casi cinco décadas, sin culpables y bajo un manto de impunidad, el fútbol argentino continúa sangrando y pidiendo justicia.