Novela
Cicatrices
JUAN JOSÉ SAER
(Seix Barral - Buenos Aires)
“A partir de Cicatrices todas sus novelas son formalmente perfectas”, dice Beatriz Sarlo en la nota que se publica en estas páginas. Además, la señala como la ideal para empezar a leerlo. Admiradora y autora de un libro sobre su obra -El espesor del presente-, Florencia Abbate también destaca ese título publicado en 1969. Y su amigo y editor Alberto Díaz, de Editorial Planeta, la refiere con cierto cariño.
Pero ¿por qué Cicatrices? Hay varios motivos. Uno de ellos, porque es genial. Consta de cuatro historias que, aunque son diferentes, tienen algo en común. Su lectura está buenísima: consta de humor e ironía, algo que no abunda. Aún hoy es actual. No cualquier libro logra sobrevivir al tiempo.
Y están esos personajes que surten efecto. Por ejemplo, el joven de 18 años que quiere ser periodista. Un pibe que se maneja como adulto, que pasa sus horas entre un diario y su botella de ginebra en la cama. Y su madre, a la que se describe de manera formidable como una mujer provocativa, que se acuesta con cualquiera. Eso, a pesar del fallecido padre, al que destroza en pocas líneas: “(…) era un hombre tan insignificante que la más pequeña hormiga del planeta que hubiese muerto en su lugar habría hecho notar su ausencia más que él”. Implacable.
¿Cómo no sentir bronca por ese jugador empedernido que se gasta en unas pocas noches el salario de su analfabeta empleada? ¿Cómo no gritarle, en el silencio de la lectura, para que devuelva el dinero? ¿Cómo no sentir lástima por esa piba tan sumisa?
Sin dudas, Cicatrices es, como se lee en la contratapa de la prolija edición de Seix Barral, “la mejor puerta para entrar en el universo saeriano y para disfrutar de uno de los mejores narradores argentinos contemporáneos”.
© LA GACETA
Alejandro Duchini