“Un niño puede manipular un teléfono celular desde que comienza a explorar los objetos del mundo que lo rodean”, afirma María Luisa Bossolasco. Docente, psicopedagoga, magister en Comunicación y Tecnologías Educativas, ella mantiene un fuerte contacto diario con los representantes de la “generación Z”, aquella que refiere a los niños y adolescentes híperconectados ya desde la panza de mamá.
-¿ Cuándo conviene darle a un chico un celular?
- De hecho, el celular es un dispositivo que forma parte de su mundo y su contexto. Sin duda es un dispositivo que capta su atención por los colores, sonidos, imágenes en movimiento... Si hablamos de regalarle un celular que será de su propiedad no creo que sea conveniente antes de que comience a tener independencia de sus padres y se maneje con cierta autonomía. Antes no será necesario. Deberíamos recordar la función de un celular, más allá de que hoy cumpla funciones múltiples más allá de la comunicación ¿Para qué necesitaría un niño un celular?, ¿Para comunicarse con quién? ¿Con sus padres? En tal caso siempre debería un adulto referente que puede actuar de vínculo para que se dé esta comunicación. ¿Con sus amigos? En este caso, es conveniente promover vínculos sociales, cara a cara. Hay estudios, en etapa inicial, que afirman que se están comenzando a observar una disminución en las habilidades sociales en aquellas personas que han sido expuestas de manera continua a la manipulación de dispositivos tecnológicos, en detrimento del contacto presencial con otras personas.
- ¿Cuáles serían los efectos positivos y los negativos de que los niños tengan un celular?
- Es positivo lograr que el niño se encuentre entretenido, pero en este caso conlleva un riesgo: la sobreestimulación cognitiva a un cerebro que por su etapa de desarrollo no estaría en condiciones de registrar y procesar tantos estímulos sensoriales. Esto puede provocar que ese niño luego tenga dificultades para concentrarse y para prestar atención a propuestas no tan estimulantes y novedosas, generando sensación de aburrimiento, en convertirse en una demanda contínua de más y más.
- ¿Es difícil lograr que los docentes le saquen el mejor provecho posible al celular de los chicos?
- Creo que con el celular está sucediendo lo mismo que ha sucedido en otros momentos con otros recursos, tecnológicos o no. Se va naturalizando su uso, como sucedió con el cine, la TV, el diario o los libros. Hoy hay muchos docentes que incorporan el celular en sus clases, con un uso genuino, para realizar una búsqueda en Google, traducir un texto, identificar un trayecto a recorrer, mirar un cielo nocturno, entre otras prácticas.
- ¿Qué cambios se han visto en el aula en los últimos dos años respecto de este tema?
- La lucha sigue estando en que este dispositivo se haya convertido en una extensión de nosotros mismos... nos pasa también a los adultos. La cuestión a trabajar es enseñar a los niños y jóvenes a hacer un uso adecuado y responsable. Acordar con los alumnos que cuando no se lo necesite en la clase para resolver la tarea propuesta y, sobre todo, cuando puede actuar como elemento distractor, lo conveniente sería que permanezca en las mochilas y/o en silencio. Establecer estos acuerdos, dentro del contrato didáctico al inicio del año o cuando comienza una clase, es una cuestión a tener en cuenta.